Lisa está en la disyuntiva de no saber si su relación con Jeon Jungkook tiene futuro o no. Presiones adolescentes de por medio y su último año en la escuela, recae todo sobre sus hombros. Y empieza a dudar si entre todo eso también necesita un novio...
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No encontraba cómo calmar la ira, sólo golpeaba y golpeaba, haciendo que el saco se sacudiera de un lado al otro. Cuando levantó el pie para darle una patada, el grito de Jin lo detuvo en seco. Llevaba un rato viéndolo, de brazos cruzados y aspecto serio, como si no estuviera dispuesto a dar el brazo a torcer.
—Ya dijimos que patadas no, Jungkook. Entiendo que este deporte sea tu cable a tierra, pero dentro de la institución no puedes hacerlo. Este es todo el material que pudimos conseguir. Tenemos que cuidarlo.
El suspiro no fue de derrota, pero sí de tener que soportar esa idea ajena. Tragó saliva y se quitó los guantes para refrescarse con un poco de agua. A Seokjin lo respetaba, sin embargo consideraba que sabía muy poco de boxeo como para instruirlo bajo propósitos académicos. Nunca se opuso, aún así, pues servía como calificación en su libreta.
—El chico que comentó tu foto, el que empezó la semana pasada —inició diciendo—, ¿has hablado con él?
—Jimin. ¿Sobre qué debería hablar con él?
Jungkook traía el ceño fruncido. Se puso una toalla en el cuello y se sentó junto al mayor.
—Sobre la posibilidad de buscar otro deporte. Se va a lastimar si sigue viniendo, la última clase terminó con hielo porque no podía mover la mano. Y no quiero problemas extras, esto lo mantenemos con tu generoso aporte, pero él está viendo una luz donde no la hay. No sé qué problemas tenga en su casa, pero el club de lucha no es cosa para tomársela a la ligera.
—Profesor —puntualizó, creyó que llamarlo como tal lo ubicaría en su puesto de trabajo y no en una situación de coleguitas charlando después de un entrenamiento—, creo que lo más apropiado es que esa decisión la tome el mismo Jimin. Y si se lastima en el proceso, tendrá que recuperarse para volver a ponerse los guantes. Si no lo hace, pues mala suerte. Pero es su experiencia, yo no pienso meterme en eso. No me interesa, no me corresponde.
Poner los puntos sobre las íes hacía que Jungkook se viera normalmente como un cretino. Incluso si lo hacía con su entrenador. Sin embargo empezaba a incomodarlo con ese tema. Sí, Jimin le parecía un buen chico, pero no eran amigos. Y a él no le correspondía meterse en el medio de una decisión que le era completamente ajena. Ni por lo mucho que le ayudara el club.
Se despidió para irse a las duchas, todavía le quedaba una clase antes de volver a casa. Y era probablemente la peor para él: teatro. No hallaba manera de salir con un sobresaliente. Siempre se tensaba y hacía el ridículo. Por lo general, Lisa lo salvaba improvisando algo en el camino, salvo que en esa ocasión, tomó una decisión que impactó a la clase entera.
—¿Puedo cambiar a mi compañera? Vengo hace un tiempo trabajando con ella y quisiera probar algo distinto.
Lisa que estaba preparando sus libros para cambiar de asiento y acercarse a su novio, se quedó de piedra. Era dueña de todas las miradas indeseadas, pero no sabía cómo frenar eso. Sólo sentía el rubor en sus mejillas, no del lindo, sino del vergonzoso. Del que gritaba que estaba haciendo el ridículo. Chaeyoung ya estaba emparejada con otra compañera japonesa y ella se quedaba a la deriva, viendo cómo su pareja se iba con alguien más. Taehyung acercó su mesa a la de Lisa, llamando su atención con un movimiento de mano.
