Intermedio

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─¡Erato!─ Urania gritaba desde la puerta trasera llamando a la niña; la escucho cuando avisaba sobre su retiro pero en verdad no pensaba que hablara en serio. La puerta de la entrada se abrió y fue corriendo a ver quién había llegado, "Por favor, que sea Erato" es lo que pensó pero solo era Calíope y Clío que entraba con las comprar.

Clío noto como su hermana parecía demasiado nerviosa de lo normal ─¿Qué ocurre Urania? ─ preguntó; mientras Calíope llevaba las bolsas a la cocina, la mencionada cerró la boca y se cubrió la boca, negó con la cabeza ─¿Urania? ¿Qué pasa? ─ Su pregunta fue más directa y la movió un poco para que respondiera pero esta no dijo nada solo volteo a otra parte.

Las demás hermanas empezaron a entrar haciendo su típico escándalo nocturno, Melpómene subió las escalera, pero bajó corriendo a los segundos, lucía preocupada ─¿Dónde está Erato?─, Urania bajo la cabeza y Clío se alarmó.

Calíope dejó las bolsas en la mesita de la cocina, se quedó viendo la mesa, estaban todas las galletas, y había un vaso medio vacío, un escalofrío recorrió su espalda, ─ ¡Urania!─ su voz fue estridente, en la sala las musas voltearon a la cocina, la mayor tiro una de las bolsa, y salió al patio trasero ─¡ERATO!

Sus piernas no podían, sus brazos no le permitían siquiera levantarse un poco del suelo, sentía como el sudor y las lágrimas se mezclaban cayendo al suelo, "¿Stiles?" esa cosa se lo llevó y él no pudo hacer nada. Un odio acrecentó en su interior, incapaz de salvar a su familia, a su hermana, a sus betas, ahora fue insuficiente para salvar a quien amaba. ─Mierda, Mierda ¡MIERDA!

Escucho pasos acercarse, pasos conocidos, Scott, venía con la manada entera algunos se fueron de largo pero pudo sentir como Melissa y Chris se acercaban a levantarlo, ambos le miraban con cierta compasión, la mujer le pidió en varias ocasiones que durmiera un poco más, que comiera, que se fortaleciera antes de hacer cualquier tontería.

Chris de cierta forma decepcionado pero con un carácter paternal palmo su espalda, ─Arriba amigo. Lo encontraste una vez, lo volverás a hacerlo─ Derek quería aceptar esas palabras pero que difícil era simplemente mirarle a los ojos. La poca luz de la luna desapareció tras las nubes, Derek levantó la mirada un momento; fue el peor momento, el Sheriff estaba frente a él con un semblante agotado.

─ Lo siento tanto─ Él no comprendía porque quería soltar aquellas palabras, pero ¿Qué más podía decir?, bajo la mirada apenas podía hablarle directamente, él prometió que traía de vuelta a humano, lo tuvo en sus brazos pero no pudo retenerlo.

─Tranquilo hijo─ Noah se acercó y puso su mano sobre su hombro, "¿Por qué?" esa pregunta se formaba en su cabeza, "¿Por qué?" poder abarcar a muchas cosas pero por el momento solo se repetía otra vez en su cabeza.

─Perdóneme.

Scott mantenía una mirada seria en el rostro ─ Trata de descansar un poco Derek─ le dijo de forma demandante; no era culpa de Derek el que se lo llevasen, pero si solo hubiese escuchado a su alfa cuando se lo pidió, tal vez habrían tenido más oportunidades, el lobo negó con la cabeza ─ Trataremos de seguir el rastro de los Cinocéfalo. No deben estar muy lejos.

Durante toda esa noche, el bosque se llenó de una desesperación abrumadora, en una parte de este, los lobos enérgicos y furiosos arremetían con cada cosa que se encontraban, fuera un enemigo o no. Derek durmió durante todo ese tiempo, aunque despertaba dando saltos del sofá de la sala de la casa Mccall, demasiado consternado incluso para darse cuenta que estaba lejos del bosque.

En otro lugar las hermanas caminaban por todo el bosque buscando a Erato. Les seguían oficiales y vecinos de la zona.

La mañana llegó y con ella un aire desolado, descorazonador para cualquiera que estuviese pisando aquel suelo, el suelo de un pueblo maldito.

Three songs [Sterek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora