𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏 | Trap |

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AVISO: Esta historia está siendo modificada para mejorar un poco esos huequitos argumentales que les hacían sentir que se habían perdido de algo, mi culpa. Estaré subiendo los capítulos según sean terminados, pero volverán... de corazón, gracias por estar aquí. 17/08/2022


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Cuando Steve Rogers entró en el bar que había quedado con su amiga y vio a Natasha agitar la mano enérgicamente por encima de su cabeza, supo que había sido emboscado, otra vez.

Y ya lo había visto, no podía darse la vuelta y salir del lugar siendo maleducado.

Era la tercer vez en ese mes y no podía entender cómo aún seguía creyendo en Romanoff y sus promesas de no volver a hacerlo. La observó inclinarse para decirle algo al oído a la chica que la acompañaba en su mesa y segundos después, se levantó para encontrar a Steve a medio camino.

—No es lo que estás pensando— Apuró a justificarse la rusa, viendo la expresión de descontento de su amigo.

—¿Entonces no me conseguiste una cita?— El rubio resopló, haciendo el amago de retirarse— Perfecto, porque me marcho.

—Steeeve, no— Nat alcanzó la mano del capitán en el aire, para interrumpir su huida poniendo su mejor mirada triste y manipuladora— Quédate... ¿si? Prometo no poner presión, ni obligarte a nada...

Él solo resopló nuevamente y rodó los ojos; sabía que lo haría, siempre se quedaba. De pronto sintió cómo su amiga le azotaba el trasero y sonreía abiertamente por la victoria.

—Tal vez esta noche no me sienta culpable por tener múltiples orgasmos mientras tú lees a Nicholas Sparks, con tu taza de té y tu pijama de tres piezas— La rusa sabía exactamente la mejor forma de molestarlo y recordarle que debía espabilar.

—Yo no hago eso... y la pijama es cómoda— Rogers se encogió de hombros— No entiendo cómo puede molestarte eso.

—Me preocupo, no es sano ¿Sabes?. En este momento tu cabecera debería estar chocando una y otra vez contra la pared... vive un poco, anciano— La agente interrumpió su sermón, para sacar su teléfono del bolsillo trasero de sus jeans que vibraba debido a los mensajes de texto entrantes— Mierda. Tendré una visita esta noche, tengo que irme... si no tuviera siete días sin sexo, definitivamente me quedaría.

—Oh, no te atreverás...— Advirtió el Capitán.

A pesar de las citas improvisadas que Natasha le conseguía en cualquier lugar al que iban, nunca le había abandonado. Siempre estaba cerca para ayudar a romper el hielo o con los temas de conversación... era como esa persona que te ayuda a aprender a andar en bici y se mantiene cerca para evitar que caigas embarazosamente. Aunque no quería admitirlo, la necesitaba a su lado para evitar el desastre que era, cuando se trataba de chicas.

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