Capítulo 1

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—¡Ya era hora Marina, vamos a llegar súper tarde! —Le grito a mi hermana que, como siempre, va tarde.

—Lo siento, lo siento, tata. Es que no conseguía que el agua se calentase y ya sabes que no puedo salir sin ducharme.

—Anda, vamos, que vais a llegar tardísimo —digo, al mismo tiempo que cojo las cosas para salir de casa—. Mini, esta tarde tenéis que volver vosotros por vuestra cuenta, ¿vale? Tengo un examen importante y no puedo faltar.

—Tata, no te ralles, que aunque te empeñes en seguir acompañándonos soy lo suficiente mayor para ir sola y para hacerme cargo de esta personita de aquí —responde acariciando la cabeza de Aidan.

Aunque sé que Marina tiene razón, porque ella ya es mayor y responsable como para ir sola al instituto y poder acompañar a nuestro hermano pequeño al servicio de aula matinal del colegio antes de que le toque entrar, no deja de darme cosa dejarles solos.

Llevo acompañándoles desde que tenía diez años, cuando aquel señor al que por aquel entonces llamábamos padre decidió desaparecer de un día para el otro y dejar atrás a toda su familia. Su marcha no so solo implicó un vacío existencial y económico en nuestras vidas, también provocó una depresión de caballo en nuestra madre. Aidan a penas tenía unos meses cuando todo sucedió, pero Marina y yo éramos lo suficientemente mayores como para entender que nuestro padre se había ido sin avisar y que no iba a volver.

—Lo sé, Mini —suspiro—, pero me gusta hacerlo. Y, además, llegarías siempre tarde si os dejo por vuestra cuenta —digo, intentando alejar mis pensamientos de aquel tórrido recuerdo, mientras me burlo de mi hermana.

—¡Mentira! —grita, indignada y haciéndose la ofendida. Me apuesto lo que quieras a que si nos dejas solos una semana no llegamos tarde ningún día.

—¿Lo que sea? —pregunto elevando mis cejas.

—Sí.

Sé que lo está haciendo aposta para dejarme descansar y demostrarme que no es necesario que siga manteniendo esta rutina. Marina ya no es la niña de 8 años que lloraba todas las noches esperando a que nuestro padre la recrease sus cuentos favoritos en un espectáculo de teatro, ahora ya es una mujer de 16 años que entiende todo lo que sucede y que está dispuesta a ayudar en lo que haga falta. Pero yo no quiero que ella tenga que crecer y hacerse responsable de cosas que no le pertocan como me pasó a mí. Quiero que lo haga como cualquier otra chica de su edad, que se divierta, que salga con sus amigos, que se enamore, que estudie y que la tenga que regañar por llegar a horas indebidas.

—Alba —dice, sacándome de mis pensamientos—, va en serio. Sin apuestas, ponme a prueba una semana. Estás de exámenes, llevas tres meses sin parar trabajando, estudiando y cuidando de nosotros y mamá, necesitas un respiro. Ya no soy una niña, puedo ayudar, pero necesito que me dejes hacerlo. Tienes que dejar de hacerte cargo tu sola de todo.

Suspiro a la vez que analizo sus palabras. Sé que tiene razón, que debería dejarme ayudar, porque prácticamente he criado yo a mis hermanos pequeños, pero me sigue dando miedo la idea de dejarles solos y que les hagan más daño del que ya les han hecho.

—Alba, por favor, solo una semana —suplica mi hermana.

—No sé, Marina —respondo, insegura.

—Una semana, tata, sino vuelves a acompañarnos tú, ¿vale?

—Está bien —murmuro. No estoy nada segura de lo que voy a hacer, pero Marina tiene razón, no puedo vivir siempre con miedo.

—¿Qué has dicho? ¡Repítelo! —dice mi hermana, zarandeándome con una gran sonrisa en su cara.

—Que sí, que está bien —repito esta vez contagiándome de su sonrisa—. Pero una semana, solo una semana. Si no cumples con lo prometido vuelvo a acompañaros.

—¡Sí!

—¿Ya no vas a acompañarnos más, tata? —pregunta Aidan haciendo un puchero, y yo no puedo evitar morir de la ternura con su gesto.

—Sí que os voy a acompañar, mi amor —digo agachándome a su altura—, pero no todos los días. Ahora irás más días solo con la tata Mini porque yo tengo que estudiar mucho y algunos días que no puedo ir, ¿lo entiendes, cariño?

—Sí —contesta, aunque no parece muy seguro.

—Pero me tienes que prometer una cosa, Aidan.

—¿El qué?

—Ya sabes que la tata Mini es muy despistada, ¿verdad?

—¡Sí! —responde riéndose.

—¡Oye! —dice Marina haciéndose la enfadada, aunque sé que en el fondo no lo está y que lo hace para no ver triste a nuestro hermano.

—Pues vas a tener que ayudarla para que lleguéis puntuales al cole y para que no se duerma. Ahora tienes que ser tú el que cuide de ella. ¿Lo harás?

—¡Sí! Pero la tata Mini tiene muy mal carácter cuando se despierta —contesta poniendo cara de asustado—. ¿Qué voy a hacer si se duerme? ¡No quiero morir tan pronto!

No puedo evitar reírme con sus ocurrencias. Es tan mono y gracioso. Se nota que le encanta ver películas. Marina no es ni la persona más madrugadora ni la más amigable por las mañanas, siempre se levanta con el tiempo justo para ducharse e irse, pero estoy muy segura de que con tal de demostrar que lo puede hacer ella sola y que yo pueda descansar, será capaz de levantarse más temprano.

—Ya verás que se ponga bien —digo y me levanto para esta vez dirigirme a mi hermana—. Mini, os he dejado la comida preparada, solo tenéis que calentarla. Acuérdate que este pequeñajo tiene entreno a las 18hs. ¿Te da tiempo a ir a la clase de teatro?

—Sí, tata, no te preocupes.

—¿Seguro?

—Que sí. Vete ya que al final vamos a llegar tarde nosotros al colegio.

Sé que no es cierto lo que está diciendo, porque su clase de teatro empieza tan solo treinta minutos más tarde y está bastante lejos del campo de entrenamiento de Aidan, pero no le digo nada por que no permitirá que yo salga antes de mi examen. Y aunque me fastidie, tampoco me puedo permitir no asistir a la prueba, porque mi carrera depende de la beca que he conseguido gracias a mis notas y sin ella no podría continuarla.

—Pero hoy si que os iba a acompañar.

—No. Empezamos desde hoy a que vayamos Aidan y yo solos y así tú puedes ir con calma al trabajo.

Bufo.

—¡Adiós! —dice antes de que pueda llegar a replicar nada, mientras coge a nuestro hermano de la mano y se dirige a la puerta. No sé si odiarla o amarla. 

ExplosiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora