Capítulo 4

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El lunes había llegado y con él el principio de lo que sería nuestra caótica semana, pero me consolaba saber que por lo menos en un par de semanas nuestra madre por fin cogía las vacaciones en uno de sus dos trabajos y podríamos verla más allá de la cena y disfrutar de su compañía, sobre todo Aidan.

Me había pasado la noche en vela intentando estudiar para mi examen, pero la realidad es que no había dejado de pensar en si estaba haciendo lo correcto dejando a mi hermano en manos de esa tal Natalia. Aunque Marina me había tranquilizado mucho hablándome sobre ella y sobre cómo era con Elena, no tenía por qué actuar de la misma manera con el resto de niños. Pero por poco que me gustase la idea no tenía otra opción, yo no podía jugarme mi carrera y mi futuro por esto y necesitaba confiar en que la hermana de Elena realmente era una buena persona que no iba a hacer daño a Aidan.

Marina había habló con ella por Whatsapp ayer, para que no le pillara todo tan de sopetón y Natalia aceptó sin poner ningún problema, incluso se ofreció a traer a nuestro hermano después, pero ni iba a abusar de su hospitalidad ni quería dejarlo más rato con desconocidos. Además, por lo que tengo entendido, Natalia todavía no ha cumplido los 18 años aunque está a punto de hacerlo y tendría que hacer un trayecto muy largo para venir hasta aquí y no iba a hacer que hiciera todo es camino cuando yo podía ir a por mi hermano sin ningún problema si me saltaba las dos últimas clases. Para ir más rápido ese día le pedí a mi madre que me dejase el coche y así también para agradecerle a Natalia su amabilidad, llevar nosotros a Elena a su casa.

Marina me había dicho que al principio Natalia había rechazado la oferta —me imaginaba que era igual de sobreprotectora con su hermana como yo con los míos—, pero finalmente mi hermana logró convencerla.

—Tata, en principio hay que ir a buscar a Aidan a las 20. Se supone que sobre esa hora ya deberían haber acabado.

—Sí, lo sé. Lo dijo la madre de Lucía por el grupo. A ver si es verdad que tardan poquito, porque para solo tener 8 años les han mandado un trabajo que ni en la secundaria.

—Ya es que se ve que su profe de historia es un poco estúpido. Por lo que dicen quería ser profe de secundaria y como no lo consiguió enseña a los de primaria como si tuvieran 15 años.

—Joder, pues vaya con el profe. Oye, ¿tienes el número de la hermana de Elena? Es por si sucede cualquier cosa poder avisarla.

—Pues la verdad es que no, nunca nos hemos dado los números. Pero ahora cuando lleve a Aidan al cole se lo pido y te lo envío por Whatsapp, ¿Vale?

—Vale. Que tengan cuidado, sobretodo. Aidan lleva la merienda en la mochila, que no le compre nada por si acaso.

—Que sí, tata, pesada, que también es mi hermano. Sé lo que puede comer y lo que no.

Aidan y yo somos intolerantes a la lactosa, pero además él también lo es al gluten, por lo que siempre tenemos que tener especial cuidado en lo que come para que no le pase nada. Nunca hemos tenido ningún susto y esperemos que esto siga siendo así.

—Asegúrate que se lo vuelva a decir a la madre de Lucía. Ya se lo dije por Whatsapp, pero la verdad es que no me fío ni un pelo de esa señora.

—Sí, tranquila. Yo también creo que es un poco gilipollas y seguro que no se acuerda o directamente ni se ha enterado, pero bueno Aidan también es consciente de que no puede comer cualquier cosa. De todas formas, le volveré a decir a Natalia que se asegure de que la madre de Lucía no le da nada. No te preocupes porque no sé ella es más intensa o lo eres tú. Vaya dos.

—Me voy ya que hoy abro yo, infórmame de todo, ¿vale?

—¡Que sí pesada!

***

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