Caminar de tu mano

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Canción de Rio Roma 

En una noche estrellada, una pareja de enamorados celebraba tranquilamente su quinto aniversario desde que se habían declarado, con los nervios a flor de piel, bajo la copa de un árbol de cerezos ubicado donde se encontraban en ese momento: en el ...

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En una noche estrellada, una pareja de enamorados celebraba tranquilamente su quinto aniversario desde que se habían declarado, con los nervios a flor de piel, bajo la copa de un árbol de cerezos ubicado donde se encontraban en ese momento: en el parque de la gran ciudad de San Fransokio.

Realmente el tiempo pasaba muy rápido, mentirían si dijeran que no había valido la pena cuando la realidad es totalmente opuesta, los últimos cinco años han sido lo más hermosos, maravillosos y emocionantes de sus vidas, de igual modo que un poco difíciles.

En el camino se han topado con muchas burlas, discriminación y rechazo de personas que antes consideraban amigos; ahora, estando acompañados sólo de personas que verdaderamente los apoyan y aceptan tal cual son.

Pero lo más especial de todo, es que por cada día que pasaba, por cada beso, por cada caricia, por cada "te amo", por cada pequeño detalle, su amor crecía más y más y más.

 Podrían ser estúpidamente orgullosos, pero, su deseo de estar con el otro era más grande y no tenían duda alguna de ello. Y uno de ellos daría el primer paso para estarlo de por vida.

Tras caminar sin rumbo por algunos minutos, el chico de tez morena, en un movimiento rápido y sigiloso, tenía sus manos sobre los ojos rasgados del azabache, cubriendo le la visión.

—¿Miguel? ¿Qué demonios haces? Quita tus manos no me dejas ver, me voy a caer por tu culpa —reclamó el nipón, al mismo tiempo que intentaba quitar la manos morenas de sus ojos; aunque, el antes mencionado sólo ponía poca fuerza, poquitita, para que su pareja no pudiera zafarse tan fácil.

—Ay chinito, sólo confía en mí, ¿sí? No te dejare caer en ningún instante —El músico trato de sonar tranquilo; por lo mientras, el asiático se dejó convencer, pensando que era una conducta un poco infantil de parte de su novio, dejo de forcejear y permitió que el mexicano lo guiará.

Tras caminar unos minutos más llegaron al lugar. Poco a poco, Miguel fue quitando sus manos de los ojos del mayor para que al ver lo que tenía en frente y se quedara perplejo.

Un árbol de cerezos adornado con luces en el cual, específicamente hace 5 años, se confesaron. Se encontraba una manta con estampado de cuadros, comida en una cesta, chocolates, gomitas y una botella que al parecer era de sidra...

«Un picnic romántico.

Todo bajo a la luz de la luna.

En su 5° aniversario...

Qué cursi...

Y hermoso»

—¿Miguel? ¿T-tú hiciste esto? —preguntó impactado y ligeramente sonrojado, podrían conocerse desde hace años, pero siempre le sorprendía lo romántico y atento que podía ser su novio.

Frijoles Casados [Higuel] [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora