Pensamientos en un papel.

12

Muchas veces sueño con caer. Creo que a todo el mundo le ha pasado. Quedarse dormido sin darse cuenta y despertarse con el corazón a mil por hora, sentado en la cama y mirando a nuestro alrededor con los ojos pesados como si hubiésemos aparecido ahí de repente y sin previo aviso.
Recuerdo en particular, hace unos años. Tenía más o menos doce o catorce años. Aunque debo decir que no estoy muy segura de la edad que tenía.
El caso, recuerdo un día pesado. De aquellos tan largos en los que tienes tantas cosas que hacer que el día parece tener un reloj propio. Un reloj con manecillas que cuentan los segundos como eternas horas, haciendo casi infinito el día. Por aquél entonces hacía deporte y al llegar a casa estaba agotada.
Solía hacer los deberes y estudiar antes de ir a entrenar pero aquel día no sé porqué lo dejé para después. Acabé el día durmiendo tan profundo que ni me enteré de que estaba ya con el pijama puesto , en la cama con la almohada en la cabeza y dormida.
Entré en un sueño tan profundo que hasta podía llegar a sentir el aire fresco que soplaba entre los árboles. Recuerdo que estaba en un valle verde, parecía de cuento. Junto a mí, tenía un enorme y precioso sauce. Todo el cielo estaba cubierto de nubes llenas de agua y grises, coléricas por echar su frescor y su agua en el valle.
Empezé a correr hacia delante , sin rumbo. Después de un buen rato, empecé a ver una línea extraña. Seguí corriendo. Al cabo de unos segundos me dí cuenta de que aquella línea inexplicable era un barranco. Seguía corriendo sin poder detenerme. Las piernas no obedecían. Seguían corriendo. Sentí el pánico en todo mi ser.
Y de repente caí.
Todo negro.
Vacío.
Desperté de un sobresalto, mejor dicho un salto en toda regla, que me sentó en la cama.
No comprendo por qué recuerdo ese momento y mucho menos el por qué tengo la imagen de ese sueño tan viva en mi memoria. Aunque debo decir que suelo recordar los sueños aún si han pasado días , meses, o como en este caso, años.
Me fascinan los sueños. A veces son mejor que las películas. Al menos mis sueños.