𝐋𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐯𝐞𝐬𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐟𝐥𝐨𝐫𝐞𝐚𝐝𝐨 | 𝐒𝐚𝐢𝐝𝐚 𝐀𝐔

𝟐.

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Siento que acarician con besos mi espalda baja, me muevo un poco y me doy cuenta que estoy desnuda ¿por qué rayos estoy desnuda?. Los besos comienzan a subir y me erizan la piel ¿Quién es el o la dueña de esos besos? los besos llegaron a mi nuca y se detienen, me volteo rápido y ahí, justo ahí, estaba la chica del vestido floreado. La confusión me había invadido, no se cuando me desnude o tal vez fue ella quien lo hizo, ¿Cómo supo donde vivía? Bueno, eso realmente no me importaba mucho, solo me importaba que estaba ahí, mucho más radiante que en el auditorio, con su pelo lacio cubriendo sus hombros y sus ojos brillando con un brillo parecido al de la luna, y aunque me pareciera tan irreal lo que sucedía ella estaba en mi cuarto y en el de nadie más.

Me incline hacia donde ella se encontraba, le debía una excusa por haberme ido así y haberla dejado con la palabra en la boca y debía aprovechar el momento para hacerlo, pero antes debía saber su nombre, me moría de ganas por saberlo.

- ¿Cómo te llamas? -pregunte algo nerviosa.

La chica del vestido floreado no dijo nada, sólo se quedó quieta sin emitir palabra alguna con una mueca que parecía ser una sonrisa. Me acerqué más hasta quedar al frente de ella, a tan solo algunos centímetros de su rostro y observe cada fracción de él, aunque había que decir que su piel era pálida, demasiado la verdad. Levanté mi mano e intente tocar su hombro pero este al hacer contacto con mi mano se desapareció, abrí mis ojos asustada y la mire directo a los ojos, ella se estaba desvaneciendo junto con la brisa que entraba por mi ventana.

- ¡Espera! ¡No te vayas! -grite.

- Quédate conmigo -dije en un suspiro.

Los rayos de sol prominentes de la ventana golpeaban duro mi rostros esa mañana, me desperté sudando y frustrada por el sueño que había tenido. Tome una ducha fría hasta que las gotas de agua se llevaron todas las impurezas de mi cuerpo. Esa mañana hasta mi madre, que siempre estaba metida haciendo cualquier cosa en la cocina, notó mi estado de ánimo, estaba decepcionada, ese sueño lo había sentido tan vivo, esos besos, y hasta su esencia, todo tan real, pero por más real que lo haya sentido, al fin y al cabo, era solo un sueño.

Tome mi mochila azul, la que solía dejar tirada en una vieja silla de manera que tenía desde niña, y me encamine calle abajo para tomar el metro. A dos estaciones, luego de tomar el tren, siempre encontraba a mi "grupo selectivo" de amigas: Tzuyu que era una persona demasiado extrovertida y solidaria pero que no le gustaba que la ayudarán a ella, Lisa que era un poco cerrada en sus cosas y no hablaba mucho, Jennie que, bueno, se ligaba a toda cosa que se moviera, ya sea hombre o mujer pero que respetaba a los amigos, y por último yo Sana, energética, con ganas de comerme al mundo, lesbiana asumida desde que mudé mi primer diente de leche y demasiado alegre, según mis amigos.

Después de otra estación más, llegamos a la escuela que no era la más grande ni la más prestigiosa pero estábamos cómodos ahí, con su biblioteca llena de libros viejos, la cafetería con comida que por lo menos nuestros estómagos podían digerir, algunas cuarenta aulas y el auditorio que era lo más grande y nuevo que tenía la escuela aunque había sido construido hacía unos 5 años.

- ¡Sana! ¿Dónde te metiste ayer después de clases? -preguntó Tzuyu.

- Estuve por ahí caminando -mentí.

- Hmm ¿y ya lo pensaste? -dijo curiosa Tzuyu.

- ¿Pensar que? -dije confusa

- No seas tontita Sana -se rió -Lo de la chica.

- ¿Cuál chica Tzuyu? -dije pensando en la chica del vestido floreado.

- La que te dije que te presentaría -me miro sería -Tan rápido te olvidas de las cosas o es que hay otra chica.