«𝚘𝚗𝚎»

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Caminó por las angostas calles de su ciudad hasta llegar a su apartamento.

Rogando por no encontarse a nadie en el camino, subió al acensor, sin molestarse en saludar al recepcionista, y entró a su habitación.

No pudo evitar sacarse las botas negras, las cuales lo hacían casi cinco centímetros más alto, y tirarse en la cama.

Se tapó la cara con las manos, tratando de no llorar gracias a la frustración.

Necesitaba ayuda. Urgente.

Sintió un peso junto a él, y al destaparse los ojos, vio a su pequeña mascota entre las sábanas.

–Ojalá tú me pudieras ayudar, Nuggets– Sonrió y acarició al cerdo.

Recibió un suave chillido de felicidad por parte de su amigo. Le causó una risa, pero no demoró en sumirse en sus depresivos pensamientos.

No había nadie para ayudarlo.

Aprovechaba cada centavo que ganaba, no contrataría un psicólogo. De hecho, tal vez no era un problema para psicólogo.

Simplemente le sudaban las manos al intentarlo, no creía que fuera suficiente motivo.

Pero también le costaba respirar, le temblaba el cuerpo entero, y se le cerraba la garganta.

Suspiró, agarrando su celular. Su carrera estaba en riesgo.

Pasó por cada uno de sus contactos, evitando a su familia y a personas a las que casi no conocía, y no se sorprendió cuando solo le quedaron cuatro en mente.

Vaggie y Charlie eran un no seguro, sería muy incómodo, y se tenían de pareja la una a la otra.

Niffty era muy amigable, sería raro pedirle algo así.

Husk no debía de tener idea en como ayudarlo, y además, era muy gruñón.

Dejó el celular junto a él, y por primera vez, deseó tener otro grupo de amigos.

Se levantó de la cama, dispuesto a hacerse un té verde, hasta que un golpeteo en la puerta lo desconcentró.

–¿Quién es?– Preguntó sin ganas mientras buscaba una taza, escuchando los graciosos pasos de su mascota dirigiéndose al clóset.

–Alastor, más conocido como el demonio de la radio, un gusto– Bromeó su amigo desde el otro lado de la puerta.

Ángel río y abrió, encontrándose con el muchacho. Justo necesitaba de alguien como Alastor para olvidar el estrés.

–¡Nuggies! Es tu gran amigo Alastorcito– Al escuchar el llamado, el porcino no dudó en salir de su escondite y revolcarse contra los pantalones del mayor.

–Oh, Fat Nuggets, sigues aquí– El castaño trató de alejarlo con el pie, pero el animal seguía volviendo a él.

–¿Qué te trae a mi humilde morada?– Ángel volvió hacia la cocina mientras su amigo se sentaba respetuosamente en el sillón, tratando de que la mascota no se subiera.

–Bueno, sabes que estoy estudiando psicología así que yo pensé...– Y eso fue todo lo que el de pecas escuchó antes de que su mente divagara.

Alastor estudiaba psicología. ¿Cómo pudo haberlo olvidado?

La estudiaba para saber cómo complacer a sus oyentes, o qué querían escuchar, estaba seguro de que el mayor lo había mencionado.

Maldijo el hecho de que su amigo no usara su celular, pero había venido y eso era lo importante.

–¡Al!– Corrió hacia el asiento y agarró sus hombros, captando la atención del nombrado.

–¿Qué? ¿La parte de la noticia del asesino te asustó?– Preguntó intrigado, quedándose quieto al sentir las manos del rubio sobre él.

–Yo, ¿qué? No, te necesito– Al recordar la incomodidad del de lentes, alejó las manos, poniéndolas sobre su propio regazo.

–Ángel, estaría muy decepcionado si este es uno de tus chistes sexuales.

–No, no hoy, en serio necesito tu ayuda.

–Bueno, eso es nuevo, ¿en qué precisas mi asistencia?

–Necesito tus conocimientos en psicología, y más específicamente, en problemas de nervios.

–Sabes que no me específico en eso, yo estudio psicología comercial.

–No importa, de veras eres mi única opción.

El contrario dudó.

Hasta Ángel sabía que era raro en él pedir ayuda, y más a Alastor, pero todo lo que había dicho era cierto.

Finalmente, lo escuchó hablar.

–Dime tu problema y trataré de ayudar– Sonrió el más alto.

–¡Sí!– El europeo se acomodó, dispuesto a expresar su problema.

Pero nada salió de sus labios.

Sintió que sus manos temblaban, así que las escondió en su abrigo.

–¿Algo impide tu habla?– El mayor ladeó la cabeza, desconcertado ante la actitud.

–No, es que, es raro hablarlo– Explicó, riendo nervioso.

Nuggets se recostó sobre él, y lo acarició en un intento de desvíar la atención de sus manos.

–Eso es completamente normal, Ángel, pero eres el más atrevido y valiente de nuestros amigos, estoy seguro de que nada puede ser tan grave– Eso hizo sonreír al contrario, y se sintió más tranquilo.

–Yo... Tengo una cierta incomodidad con mis trabajadores.

–Bueno, eso no es de extrañar en el ámbito en el que trabajas, aunque debo ser sincero –rió Alastor, tapándose la boca con el dorso de la mano–, no esperaba incomodidad en esas cosas viniendo de ti.

–No, no es en la acción que me molesta, de hecho, es bastante divertida.

–Lamento no poder relacionarme con ese sentimiento, pero continúa.

–Solo... –al sentir el vacío de palabras nuevamente, suspiró– Prométeme que no te reirás, es raro que alguien como yo se sienta así.

–¿Te gustan las chicas?

–¡Al!

–Lo siento, trato de hacerte olvidar el estrés del problema haciendo chistes que tú harías, pensé que ayudaría.

Eso logró sacar una pequeña risa de los labios del italiano.

–Okey, te diré.

–El escenario es tuyo.

La sonrisa del de lentes era dulce y confiada, lo que le dio una repentina confianza al italiano.

Tomó aire, olvidando lo realmente rara que era toda esa situación, y se concentró en formar una oración.

–Alastor, creo que estoy desarollando un terrible miedo hacia los besos.






...

Siento que quedó re mal, si notan la razón, me la dicen bbs.

Btw, ya sÉ que Angel mide 8,0ft y Alastor 7,8, pero en la historia Angel va a parecer más alto debido al constante uso de sus botas, siendo sin ellas un poco más bajo que Alastor, capiche?

Eso, los amo a todos porfa ámenme de vuelta.

bye.

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