Carta 4

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El día... Sí, aquel día que uno nunca olvidará, el día que yo te vi y supe que aquel abrazo sería el último; al amor más bello que uno no vuelve a encontrar, son aquellos que nos llena el alma por sobre todas las cosas, aquello que es pequeño  pero nos deja grandes recuerdos. Aquellos que nunca olvidaremos, al amor, esa pequeña parte que nos mueve cada día durante toda una vida. A ella, a mi madre, a sus madres, sus padres, amigos, a todos, a nadie o a muchos. Por aquellos que un día lo leerán y a lo largo de la vida irán conociendo muchas máscaras que dicen ser llamadas amor pero muy pocas personas que cuentan con ese rostro de amor puro, aquellos que fueron y serán siempre el amor en la vida de alguien más, a todos aquellos que amaremos siempre. 

Ella, la cual me susurra cuando mis palabras le encantan y cuando le agobian, cuando el silencio la hechiza y cuando la irrita, cuando mi mundo se acababa seguía siendo ella, ella que por sobre todas las cosas era bella y era como mi estrella, esa pequeña gota de luz en una subjetiva oscuridad. Esa fue ella y su agradable manera de ser por sobre todas las cosas, sí, aún me acuerdo de ella cuando la noche es bella y las astros suena a mar junto a una estrella, ahí la veo a ella que con esos grandes ojos fijos me mira mientras el mundo nos olvida, nos calla y nos detesta, ahí está ella y saben: "El futuro a veces se encuentra dentro de los ojos o la sonrisa de alguien". Eso es lo que nos ayuda o motiva a seguir por sobre todas las cosas. Entonces, ella canta cuando él escribe, y así, así él cambió, cambió para ella. Ella sonríe para él porque su sonrisa para él es aquella pequeña luz que uno ve cuando ya no queda más esperanzas sobre el amor, es como aquella avena caliente que uno da cuando no queda que comer, como aquel café en esos momentos de guerra con nosotros mismos,  con aquellos ojos turquesas que la caracterizan, ella lo mira muy fijamente y es como él se pierde en aquella jovencita del cual le tomó la vida por superar. Entonces, damos por iniciado aquella carta que nunca debió ser escrita pero aquí nos ves, terco, tan terco que cuando ella lo lea solo gritará mientras que sus ojos se llenan de lágrimas... Al pequeño gran amor de nuestra vida que llevaremos con la mejor sonrisa de recuerdo y un buen beso, menos mal que el pasadizo donde fue escrito esto no fue en tu hogar sino fue aquel aeropuerto que  me hizo recordar tu aroma y supe que debí escribir a una forma ya olvidada o a alguien que vive en mí pero me rehusó a retirar. 

Hola amor, ya ha pasado años y hasta segundos desde aquella vez donde te tuve que decir adiós, te he buscado en los lugares más ocultos de mi país, además, he salido por una infinidad de lugares solo para buscar un aroma muy parecido a ti... Lo único que encontré fue... Fue un rotundo vacío, aún busco tus abrazos en cada momento de la comida, aún busco los detalles más lindos que guardo sobre ti, del amor no sé nada pero contigo supe que el amor llega a ser tan simple como unos buenos días.

Él la besa mientras el mundo se convierte en su peor enemigo, mientras la soledad se hace su amigo y las ganas de vivir se vuelven parte de ella como su ombligo y desde entonces soy, porque tú eres; y desde entonces eres, soy y somos, y por amor, seré, serás, SEREMOS.

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