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Con mis dedos le acariciaba los brazos, mis labios se pegaban a su cuello dejando pequeños rastros de saliva y manchitas rojizas.
Cada beso que le propinaba le provocaba escalofríos.

—¿En realidad lo harás?— preguntó con tanta inocencia que era abrumadora.

—Eres hermoso— le respondí evitando su pregunta y girando su cuerpo hacia mí.

—¿Por qué ?— el tono de su voz mostraba lo afligido que estaba y el ansia que le inundaba a cada toque que le otorgaba.

—¿Por qué eres hermoso?.

—Sí, no entiendo la razón— agacho su cabeza, mi corazón se estrujó.

—¿Por qué no lo serías?, solo basta con mirarte Niall— dicho esto, caí  en cuenta de lo que le dije, ¿cómo iba a mirarse si es ciego?.

Demonios

—No puedo mirarme— respondió y me hizo sentir la persona más miserable del mundo.

Guardé silencio por unos segundos, mientras que pensaba que respondería ante lo dicho por Niall, así que mejor decidí desviar el tema.

—¿Que pasa Niall?, tú me dijiste que querías— pregunte algo extrañado por las reacciones de él hacia mí.

—Tengo...tú sabes— bajó la cabeza.

—¿Tienes miedo?— pregunté observando sus gestos.

—Sí, la verdad es que tengo mucho miedo.

Conmovió mi corazón al instante el verlo así tan indefenso, ¿quién no amaría a esta criatura?.

—No tienes que tener miedo, jamás te lastimaría Niall— alcé su rostro y le di un leve beso en la mejilla, esta se coloreo de rojo carmesí.

La reacción de sus mejillas ante mi beso fue tan preciosa, tan adorable, que lo único que provocó en mí fue unas inmensas ganas de sentarme por horas y horas a verle como sus mejillas se le coloreaban de una forma tan adorable, tan pura, de una forma tan inocente.

—¿Cómo se hace?— me preguntó avergonzado.

—Pues —hice una pausa, tome aire y continúe —yo... la verdad no sé como explicártelo— concluí.

Con sus preguntas lograba ponerme incómodo de una forma tan fugaz.

—¿Duele?— está tan nervioso que su cuerpo tiembla.

— un poco, sí — le dije. Él debe estar consciente de lo que le traerá su grandiosa propuesta.

—Pero...— suspiró — ¿te dolerá a ti o a mí?— al oír su pregunta caí en cuenta de que él no conoce el cuerpo humano aparte de él suyo, de que no tiene ni la menor idea de que todos somos de la misma forma con características diferentes. En pocas palabras, él es como un bebé aprendiendo a gatear.

—A los dos — mentí— pero después todo se vuelve placer— terminé de concluir una verdad a medias.

— Ya veo.

—Niall, ¿te puedo preguntar algo?— cuestioné.

—Sí, claro.

—¿Cómo hiciste?¿cómo la escribiste?— en verdad me cuestionaba aquello.

—¿Que cosa?— le ayude a colocar su mano en mi brazo.

—La canción, la que estabas cantando.

—¿Little Things?.

—¿Así se llama?.

—Sí, creo que— hizo una pausa— fue gracias a Perrie.

—¿A Perrie?— mi confusión era tan alta y de una forma inexplicable.

Sexo con un ciego; zh ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora