4

8.3K 393 63
                                    

Algo se removió en mi estómago, ¿culpa?… tal vez, pero el deseo nubló mi mente y disipó el otro sentimiento; sentía mi pene explotar, necesitaba liberarme y de inmediato.

Guíe a Niall hasta su cama y lo puse sobre ella para luego echarme sobre él y así restregar mi pene fuertemente sobre su pierna, con saña, prácticamente aplastándolo contra ella.

Él solo se dedicaba a tener su respiración agitada y la boca medio abierta, de vez en cuando se escurría bajo mi cuerpo tratando de respirar un poco, pero mi volumen le ganaba y lo aplastaba contra el colchón. Parecía una lombriz bajo mi musculoso y armonizado cuerpo.

Pegué mi boca a la suya y lo besé con suavidad, con sutileza, a pesar de morir de ganas de devorarlo. Su respiración era profunda, su pecho subía y bajaba conmigo encima provocando un vaivén. Era obvio que estaba perdido en esta situación, en esta acción, ya no había vuelta atrás.

Mi boca comenzó un tour por toda su piel succionando cada milímetro de ella, cada poro, cada espacio en blanco era reemplazado por manchas rojas e impregnadas de mi saliva mentolada. Le dí un mordisco en el pezón, y por primera vez en un buen lapso de tiempo habló o  bueno, se quejó.     
   

—¿Por qué me muerdes?— dijo reclamando por mis actos y sobando su rosado y ahora erecto pezón. Su rostro mostraba su molestia, pero se veía extremadamente adorable.

Hice caso omiso a sus reclamos y seguí mi tour. Su piel era muy suave incluso para mi gusto, delicada, hidratada y de una forma irreal, más pura, limpia y cuidada que la de una mujer, poco creíble la verdad.

Mi lengua se deslizaba en ella con facilidad, ni un solo bello corporal tenía, un total bebé.

Mi barba en crecimiento lijaba despiadadamente su piel, sin hacer gran daño alguno, pero dejando a cambio un recorrido rojo por donde se deslizaba.
Era extremadamente delicado, de solo mirar su rostro sentía algo de remordimiento con el pobre ya que yo tenia muy en claro lo que buscaba y lo burro que era en la cama, un atarban total y que incluso él podría acabar lastimado a causa de mi brusquedad, en verdad no lo deseaba, pero me era inevitable no ser brusco, venía en mi composición.

Sentí algo emerger de mí, algo nuevo. Un sentimiento indeseado muy bien llamado impaciencia, me estaba  desesperando con su anormal pasividad. Yo era y siempre he sido activo activo pero necesitaba de él, necesitaba que me hablara, que se quejara, que gimiera, que me pidiera, mejor dicho, a una persona no tímida y sabia que su inexperiencia no se lo iban a permitir, el terror lo inundaba con creces y eso lo acallaba demasiado.

 —Háblame— le ordené.

—Qué quieres que... ¡Ah!— gritó. Le mordí el pezón.

 
—Háblame— repetí una vez más.

—Pero que... ¡Ah!— Le mordí el otro pezón.

Una sonrisa victoriosa se pintó en mi cara.

—¿Te gusta?— pregunté con genuino interés.

—Eres un maldito, ¿para qué me pregunta si cada vez que hablo me muerdes?— habló  sobándose el pecho que ya estaba con tonos rojizos.

—Ven, ya... — tomé aire, es un pequeño bebé— ven, vamos a hacerte el amor.

Al oír eso se estremeció bajo mi cuerpo. Su cuerpo blancuzco ya teñido de marcas rojas empezó a tiritar de frio, lo abracé con fuerza hasta el punto de presionarlo demasiado, él se movió y yo lo solté.

—Zayn.

—Dime.

—Me has dicho eso desde que llegaste y no hemos hecho nada.

Sexo con un ciego; zh ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora