♧XIII♧

74 4 0
                                    

12:30 am
Residencia WrightWorth

Phoenix había perdido el balance una vez su consciencia volvió a la 'realidad' actual. -Estúpido, cómo puedes caerte estando sentado- se reprendió a sí mismo una vez se percató de que su cuerpo estaba a unos centímetros fuera del límite sofá, con su mano izquierda colocada estratégicamente en el reposadero del mismo, sacó fuerza suficiente para llevar su propio cuerpo devuelta a su asiento.

En silencio, levanto la mirada dejándose cegar por la luminosa bombilla bajo su cabeza, instintivamente cerró los ojos. Grave error. Su cerebro empezó a pasar los recuerdos apenas entendibles del trance al que fue expuesto hace unas horas.

-Pero estar con el abogado lo consumía.-

Ahora pudo captar algo distinto a las anteriores veces que los flash habían aparecido. No lo hubiese notado antes. Él había presenciado un momento critico en su relación desde ambos ojos, con una gran carga de emociones.

-Phoenix estaba bien sin saberlo.
Phoenix no tenía que saber que su vida juntos estaba arruinando la suya.
Phoenix no querría saberlo y él no se lo diría.-

Los pensamientos de Miles eran más dolorosos que los propios. A qué se debía? No podía trazar un lienzo simple de ellos, había conocido al hombre por dos décadas pero ahora que verdaderamente sintió su dolor e impotencia, no sabia como manejarlo. No era Von Karma, no era el trabajo, no eran los periodistas, no era Japanifornia, ni era su jefe... era Él... Phoenix Wright era el problema en la vida de Edgeworth.

-Soy muy egoísta... Nunca voy a dejar que me abandones, otra vez. Y eso esta mal, no? Porque yo debería velar por tu bienestar.-

Recordaba esas palabras, esas palabras que salieron obligatoriamente de sus labios. Pudo sentir todo el peso de la culpa caer en sus hombros y era insoportable -Eres egoísta- pero el jamás estuvo en esa situación, él nunca vivió ese momento así que se permitió llorar. Dejó que sus sentimientos más profundos saliesen, se sentía impotente, como si viese su vida tras una pantalla.

Phoenix no lloraba, era Miles, Phoenix lloraba por ambos.

"Jamás dejaría que te hicieran esto. Ni siquiera yo mismo." Repetía constantemente mientras veía aquellos ojos sin emoción en el rostro de Miles.

"Odiame, no me ames. No me ames. No de esta forma." Su voz cada vez se volvía más débil, se estaba rindiendo, Edgeworth jamás lo escucharía.

Phoenix se sentía cada vez más inservible, atrapado en su propio cuerpo, como si de un cascarón vacío se tratase. Su objetivo era ayudar a Miles, debía salvar a su amigo de si mismo, no atarlo con nuevas cadenas. Comprendió que solo podría ver la tragedia pasar ante sus ojos sin poder hacer el mínimo esfuerzo por detenerlos. Tenia la opción de abrir los ojos pero no lo hizo. Quería repetirlo una y mil veces. Como una especie de castigo.

Entre sus vagos lamentos y las silenciosas palabras que se esforzaba por expresar, pudo sentir como una mano rozaba su mejilla empañada en lágrimas. Era la primera vez que él podía sentir a Edgeworth en un flash, probablemente porque, a diferencia de las otras sensaciones como besarlo o  acariciarlo, ésta en especial la habían experimentado innumerables ocasiones como para quedar grabado en su piel.

El momento era especial. Como si aquel que le acariciaba no fuese ese Miles atado a Phoenix que había conocido en esta nueva realidad, sino su Miles Edgeworth; en su versión más dulce y sincera. La escena tan surrealista había logrado que volviera a abrir los ojos.

Otr4 form4 de est4r 4 tu l4doDonde viven las historias. Descúbrelo ahora