Justin
Había pasado las últimas semanas evitando a toda costa a mi esposa, no podía mirarla a los ojos sin sentirme culpable de que aquella loca de Melissa le disparara. Además también me sentía terriblemente mal por seguirle el beso el día que fui a hablar con ella. No podía, simplemente no podía aparentar que todo estaba bien, debía pensar qué iba a hacer para que la rubia nos deje a mí y a mi familia en paz.
El día de hoy me encontraba en la oficina tramitando un papeleo que tenía atrasado desde un par de días atrás, mi asistente llamó al teléfono para avisar que afuera se encontraba una vieja socia, me extrañé bastante así que le pedí que la dejara pasar y de esa decisión me arrepentí a los segundos. Melissa entró a la oficina vistiendo un vestido negro y unos tacones bastante altos, ella cerró la puerta y en instantes ya estaba sentada frente a mí con una gran sonrisa.
-¿Vieja socia? –cuestioné mirándola mal.
-Es lo que éramos, amor. –dijo cínicamente.
-No me llames así, ¿cómo mierda supiste dónde trabajo? –pregunté con el ceño fruncido.
-Soy muy buena investigando bebé, también sé dónde vives. Tal vez algún día se me ocurra ir a visitarte a tu gigante casa. –soltó una risa.
-Llamaré a seguridad para que te saquen de aquí Melissa y te advierto que... -estaba a punto de tomar el teléfono pero ella me interrumpió.
-Mira Justin, vengo a hacerte un trato que no puedes rechazar. Te propongo que nos divirtamos como antes aunque mucho mejor bebé –me guiñó el ojo- obvio esta vez tampoco se enterará tu esposa. –había hablado tan segura de sus palabras que no pude evitar soltar una estruendosa carcajada.
-Escúchate, estás loca. Jamás volvería a engañar a Amber y mucho menos contigo. –dije.
-Pues aquí va el trato bebé, si tú no aceptas divertirte conmigo, yo haré el trabajo que no terminé con Amber pero ahora incluiré a tus mocosos. –escupió.
Era como si un balde de agua fría me hubiera caído de un momento a otro, ella se refería a que esta vez mataría a mi esposa y a mis hijos. Cualquier persona habría pensado en que ella nunca haría eso e ignoraría sus vagas palabras, sin embargo, yo sé perfectamente de lo que esta mujer es capaz. Tomé mi cabeza entre mis manos sin importar que ella aún se encontrara frente a mí.
-¿Y bien cielo? –preguntó tranquila.
Ella sabía con antelación que yo no podía negarme a ello, sabía que actualmente le soy totalmente fiel a Amber y que ella y mis hijos son mi todo en este jodido mundo.
Amber
Los últimos días habían sido bastante difíciles, Justin y yo apenas y nos dirigíamos la palabra en las mañanas y en las noches solo llegaba a dormir. Veía en sus ojos incomodidad, como si no quisiera estar en la misma habitación que yo. Eso me hacía sentir un asco, ¿y si ya no le gusto? Los años han pasado, no somos los mismos chicos tontos que se casaron jóvenes por tanto amor acumulado y el cuerpo cambia bastante. Me estuve martirizando con eso alrededor de un par de horas para volver al mundo real y olvidarme de todas esas ideas mías.
Terminé la traducción de unos textos y tomé mis cosas para ir a buscar a mis hijos a la escuela, fui por ellos y juntos nos dirigimos a casa. Al llegar, ambos subieron corriendo a sus habitaciones y en mi camino me percaté de que el celular de trabajo del rubio se encontraba timbrando en la encimera, lo había olvidado.
Les avisé a los niños que iría a ver a su padre con rapidez a su trabajo y volvería en poco tiempo. Tomé las llaves de mi auto y conduje hasta la empresa, una vez ahí me adentre en el elevador que me llevaría hasta el piso donde se encontraba Justin, el último. En minutos baje y camine a donde se encontraba una mujer con su cabeza metida en su computadora.
-Diana, buenas tardes, vengo a ver a el señor. –dije con una sonrisa.
-¿Qué tal Amber? Claro, está con una persona pero no hay problema, puedes pasar. –me sonrió de vuelta.
-Gracias.
Giré la perilla de la puerta y se abrió dejándome ver una imagen que me dejaba muy confundida. Justin estaba conversando con la jodida rubia que por mala suerte es la psicóloga de la escuela mis hijos.
-¿Justin, todo bien? –pregunté caminando hacía el escritorio.
La rubia me miró burlona, como si ella supiese algo que yo no.
-Amber Lancaster, estaba hablando con tu esposo sobre tus hijos. –dijo sonriendo falsamente.
-¿Ah sí?
-Si Amber, ella no volverá a molestar a nuestros hijos en ninguna ocasión. –Justin parecía arrastrar sus palabras como si le costara mucho decirlas.
-Supongo que eso será Señor Bieber, buenas tardes. –la rubia sonrió ampliamente como si acabara de cerrar un negocio y salió de la oficina moviendo las caderas excesivamente.
Quién diría que ese día comenzaría mi tormento, una vez más.
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UNIÓN ♡
FanfictionLos infieles se van al olvido, aunque a veces una unión no es suficiente. Una unión parece ser el fin de una historia pero...¿Lo será esta vez?