T r e s

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Odiaba con toda mi alma en cada momento tener esa sensación de que algo malo pasa o que algo no está del todo bien. Llevaba alrededor de veinte minutos intentando concentrarme en ésta traducción y simplemente mi mente no estaba aquí, cerré sin más la portátil y me limite a suspirar pesadamente. Mi cuerpo tembló cuando dos golpes sonaron en la puerta de mi oficina, susurre un "adelante" y al intante Jassel, mi jefe, entró con una media sonrisa.

- ¿Qué tal Amber? ¿Cómo vas? - cuestiono sentandoce frente a mi en el sofá.
- Hoy no puedo concentrarme. - dije avergonzada tomando mi cabeza entre mis manos.
- No te estreses Amber, tal vez lo que necesitas es un descanso. - sugirió con seriedad mientras me miraba con detalle.
- ¿Cree que sea posible? - ahora yo lo cuestione con un poco de esperanza de poder tener los siguientes días de descanso.
- Por supuesto que sí Amber, lo merece, trabaja muy duro todos los días. - dijo con una sonrisa mientras se levantaba del sofá y acomodaba su corbata.
- Se lo agradezco bastante. - mi jefe me sonrió, se dio la vuelta y salió de la oficina tranquilamente.

El reloj de mi móvil marcaba las tres en punto cuando salí de la oficina, una hora más tarde ya que había pasado por la aprobación por escrito de mis pequeñas vacaciones, ahora me dirigía a la casa para esperar a que Justin y mis hijos llegaran de la escuela.
Una vez en la casa comencé a preparar algo de comer y la comida estuvo lista justo cuando los tres amores de mi vida iban entrando a la casa; salí de la cocina y me dirigí a donde ellos estaban, Abril y Alexis corrieron a abrazarme para después ir a cambiarse el uniforme. 
El último en entrar fue Justin, tenía la peor cara que le había visto jamás, parecía que había visto un fantasma.

- ¿Pasa algo? - pregunté preocupada por su estado. Él me miro y trago en seco.

- No, todo bien. Estaré en mi oficina, comeré más tarde. - sin decir más se alejo dejándome completamente confundida. 

Justin

Me encontraba en la escuela de mis hijos, hablaría con la psicóloga escolar para ver qué sucedía con su actitud hacia los niños. Amber estaba muy enojada y de cualquier forma ya no la iban a dejar entrar por anterior visita.
Di un par de golpes en una la puerta color café donde se leía la palabra "Psicología", se escuchó un "adelante" y no dude en pasar.
Cuando estuve dentro no pude evitar sentir una punzada de sorpresa en el pecho al ver a la persona que se encontraba.
Una mujer de unos escasos veinticuatro años con cabello rubio y finos rasgos, sentada en medio del escritorio envuelta en un pequeño vestido color blanco que resaltaba sus pechos y sus bonitas piernas. Sus ojos me escanearon en instantes y mordió su labio en más de una ocasión. 
- Puede sentarse Señor Bieber. - señalo la silla que estaba justo frente a ella, literalmente.

No podía apartar mis ojos de ella y eso me daba temor. Me senté como ella dijo.

- Bueno, vengo a ver qué ocurre con mis hijos. - me aclare la garganta y hablé intentando no mirarla. 

- Claro, tus hijos, no puedo evitar odiarlos un poquito por estar cerca de ti todo el día. - susurro restandole importancia.

- ¿perdón? - ahora estaba bastante confundido para ser honesto.

La mujer estiró sus mano y tocó mi cabello, después lo alo y despeino. Se levanto del escritorio y acerco su rostro muchísimos centimetros cerca del mio, sus labios se acercaron a mis oreja derecha y susurro algo que me dejo inmóvil.

- No me digas que no me recuerdas bebé.

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