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—Chaeyoungie, jamás dejaría de ser tu amiga—Mina se dio la vuelta lentamente y con cuidado de no espantar más a la menor. Los brazos de Chaeyoung seguían rodeando su cintura, y al ser de casi la misma estatura, no fue difícil que los brazos de Mina rodearan los hombros contrarios.

La primera reacción de Chaeyoung fue alejarse un poco, respiró pesado, pero Mina esperó a que tomara su tiempo para que se acostumbrara al primer contacto que recibía en mucho tiempo.

No tardaron en juntarse sólo un poquito más, para que el polerón de Mina fuera el pañuelo de las lágrimas que soltaba la pequeña Chaeyoung.

Desde ese momento, Mina sintió el verdadero peso de cuidar a la menor.
Y le gustaba el hecho de que Chaeyoung haya dado el primer pasito con ella.

Era un granito de arena en el extenso camino que debían recorrer.

Pero lo harían juntas.

Porque Mina no pensaba dejarla sola otra vez.

El corazoncito de Chaeyoung latía muy fuerte, tenía miedo. Pero, el calor de Mina le daba una sensación agradable que jamás había experimentado. Se sentía como en casa.

Como la nieve para los pinguinos,
ella era el hogar de Mina y Mina era su hogar.

Sus padres llegaron para ver la conmovedora escena y la madre de Chaeyoung no pudo evitar soltar lágrimas de felicidad al ver el pequeño logro de su hija. Chaeyoung levantó la mirada y sonrió como siempre lo hacía en dirección a sus padres y luego a la mayor, mientras Mina moría por dentro, porque quería decirle a Chaeyoung que era el ser más precioso de todo el mundo.

 Chaeyoung levantó la mirada y sonrió como siempre lo hacía en dirección a sus padres y luego a la mayor, mientras Mina moría por dentro, porque quería decirle a Chaeyoung que era el ser más precioso de todo el mundo

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Dos capítulos después del doce recordé que se supone que cada 12 era maratón jaja salu2.

Haré la maratón de una vez.

Pasitos de pingüino | Michaeng (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora