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LAUREN se sintió un poco más segura cuando Sinú subió al auto con ellos. Le cedió amablemente el asiento delantero delantero que está aceptó, con una inteligente mirada de compresión.
El camino hacia la mansión Cabello fue un continuo reproche  por parte de Sinú a Camila, por culpa de su modo de conducir el auto .... Lauren suspiró aliviada al darse cuenta que no no sólo ella era una <<mojigata>>.
Cuando apenas faltaban dos millas para llegar, Lauren vió una casa que llamó poderosamente su atención. Contra la luz de la luna, llena, roja como la sangre , se alzaba una mansión espectacular, siniestra en sus contornos. Sinú se volvió a duras penas en el asiento dirigiéndose a ella:
- Ahí la tienes: la puerta del Diablo. Su voz y sus palabras parecían tan siniestras como la propia casa.
- No entiendo...- Murmuró Lauren.
Sinú río dulcemente.
- ¡Oh Mia!¡Parece que el Yukon secó tu celebro!.¿ A quién, sino a tu abuelo , se le ocurriría ponerle semejante nombre a su mansión?.
Lauren contuvo la respiración. Realmente había ido a parar con una familia un tanto peculiar.
- ¡ La puerta del diablo!- dijo pra si.
Camila intervino tratando de zanjar todo aquel misterio.
- ¿ No te contó la historia tu madre?.
- No.... realmente no - dijo, encogiéndose de hombros.
Fue Sinú quien quitó voy la palabra a su hija:
- Tío Bill emprendió los negocios madereros que le dieron su fortuna, cada vez que surgía un problema iba a la verdadera Puerta del diablo.... Ya sabes, ese siniestro lugar lleno de rocas y extrañas formaciones. Con los años se dedicó a escandalizar a todos cuanto querían escuchar la historia de su vida diciéndoles que allí consiguió vender su alma para conseguir su fortuna y que con el tiempo adoptó los mismos métodos que el propio Diablo...
- Por eso compró nuestras almas a cambio de una herencia - Intervino Camila-....¿ Captas la ironía Mia?.
- Todo un profeta el abuelo Bill - Dijo Lauren y volvió a contemplar la casa -.... Debió tener un gusto tan dudosos como su sentido del humor.
Camila frenó exactamente delante de la puerta y apago el motor. Lauren imagino que saldrían de la casa al menos dos doncellas y un criados para hacerse cargo del auto y el equipaje pero, par su asombro, Camila se dirigió a la parte posterior del automóvil y descargó el equipaje de Lauren, Sinú la siguió cargando las bolsas de compras.
Lauren de apresuró a descender.
- Yo las ayudaré ....dijo, excusandose - . ¡ Que torpeza de mi parte!.
Sinú río divertida:
- ¡ Valla Mía!¡ Me asombras!. Después de todo el Yukon no te hizo perder las buenas costumbres que tu madre debió de inculcarte.
Mientras se dirigían a la entrada Sinú vio que Camila regresaba al auto y arrancaba el motor.
Sinú estaba en la puerta, aguardando a Lauren:
- ¡Vamos Mia!, Camila sólo fue al garaje. Volverá en unos segundos.
Una voz alegre los recibió en un vestíbulo grandioso.
Sinú abrazó a su otra hija.
- ¡ Sofía!, ¿No vas a conocer a tu cuñado?.
- ¡ Valla. Dice Sofía. - Así que eres Mia. Tío Bill nunca te hizo realmente un honor al describirte...
- ¡ Sofía!. Reprendió Sinú.
Camila ya cerraba la puerta principal a sus espaldas. Se dirigió al ropero y se quitó los guantes de piel y el abrigo. Se ajustó el amplio jersey blanco a las caderas y se dirigió hacia Mia, sonriente.
Al caminar su falda se abría y Lauren descubrió que la primera impresión sobre las piernas de Camila se había quedado corta.¡ Eran espléndidas!.
- Ven conmigo Mía. Te mostraré tu habitación.
Lauren cargo su equipaje y siguió a Camila por la amplia escalinata que parecía no acabar nunca.
Camila se dirigió hacia la segunda planta, sin volverse a mirarle ni un solo momento. Lauren la observaba con curiosidad.
Aquella muchacha se le antojaba extraña. Era impetuosa, arriesgada, tenía sentido del humor.....pero parecía intocable, distante como una escultura de mármol..
Ella como si adivinase los pensamientos de Lauren, se detuvo frente a una puerta con semblante pétreo y le mostró una habitación ya iluminada.
Abrió la sólida puerta revelando una habitación digna de una exposición.
- ¡Es magnífica! Lauren no pudo contenerse.
A través de él espejo de pared pudo comprobar que el rostro de Camila expresaba cierta turbación.
- En cuanto a nuestro matrimonio, Mía.....
Lauren no quería seguir comprometiéndose hasta haber leído atentamente la carta de Camila le había remitido a la verdadera Mía, en la que suponía, debía estar las claves de aquella  sórdida por inexistente relación matrimonial.
- No te inquieta Camila... Tenemos mucho tiempo para habkar - se dirigió hacia la entrada, donde había dejado su equipaje y continuo -. Ahora si no te importa, me daré un baño y me pondré cómodo. Llevo dos días viajando y desearía cambiarme. Si no te importa....
Camila se retiró sin pronunciar palabra hacia la puerta de la alcoba, no sin advertir que su marido había dejado de tratarla de Usted, cuando ya estaba dispuesta a salir señaló a una de las mesillas de noche que flanqueaban la cama con dosel:
- Nosotras dormimos en el otro extremo de la casa . Si deseas algo puedes comunicarte por ese teléfono.. Tienes todos los números de las habitaciones de la mansión....
Señalaba a un teléfono antiguo que reposaba junto a una lámpara inglesa de lectura.
Lauren asintió. No comprendía como con una propiedad de semejantes posibilidades la familia Cabello pasaba por una situación tan precaria.
Camila salió, cerrando a sus espaldas.
Unas horas después
Lauren meditó un poco. ¿ Cuanto tiempo llevaba en aquella habitación?¿ Una hora?.
Se inclinó sobre la chimenea y tomó en su mano izquierda el fuelle . Un tronco amenazaba por desplomarse.
Una rica alfombra cubría el piso de la habitación hasta el hogar de la chimenea. Un agudo dolor le obligó a retirar la mano. Se había abrazado la palma de la mano y los dedos.
Lauren se levantó rápidamente y se dirigió al teléfono para avisarle a Camila y que está le digiese donde estaba el botiquín.
Afortunadamente ella era zurda. Todo lo hacía con la mano izquierda, así que aquella quemadura supondría una molestia pero no un Grace inconveniente.
Oyó la voz de Camila responder al otro lado del teléfono, un tanto preocupada.
- Mía, eres tú?.
Lauren intentó abrir y cerrar la mano en la que ya se levantaban unas ampollas atroces.
- Camila - dijo con una voz completamente serena -, me he quemado la mano al colocar los troncos en la chimenea. ¿ Tenéis un botiquín?.
- Ahora mismo voy hacia allá - una cierta alarma en el timbre grave de la voz femenina.
Antes de que Lauren pudiese añadir nada, Camila había colgado el auricular.

Tú no eres mi esposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora