aposentos

22 3 0
                                    

Mientras los soldados, Celia, Emil y Mortimer salían del calabozo, la luna llena se posaba suavemente en el firmamento oscuro de la noche, todo el camino desde el calabozo hasta el palacio de Anulia había sido silencioso hasta que llegaron al pasillo que daba a los aposentos de los invitados a la fiesta real, en ese lugar una mujer alta, rubia y de brillante armadura plateada los esperaba enfrente de la puerta de una habitación.

—muchas gracias por su apoyo, capitana Urib— dice Mortimer al llegar con la mujer de armadura.

el grupo de soldados inmediatamente detuvieron su marcha e hicieron un saludo militar golpeando su pecho con la mano derecha —siempre es un honor servirle a un miembro de la gran familia real de la luz— dice la capitana haciendo una reverencia frente a Mortimer y al otro par que le seguía en silencio.

—espero que no haya resentimiento por el ataque que sufrieron sus hombres a manos de mi hermana, suele ser algo revoltosa— responde Mortimer con una sonrisa

—¡no, todo lo contrario!, yo debo ser quien se disculpe por tal injuria por parte de los hombres bajo mi mando mis señores— exclama rápidamente al ver a Celia y a Emil detrás de Mortimer —deseo que pasen una buena noche mis señores— dice finalmente

—muchas gracias— dice Celia al sentir que le concedieron permiso para participar en la conversación Emile se limitaba a verla nervioso, algo no le gustaba de ella.

Mortimer abre la puerta de la habitación y con un gesto concede el paso a Celia y a Emile —bueno aquí podrán descansar por lo menos hasta que esto se arregle, les recomiendo que intenten dormir de inmediato— dice apuntando a las dos camas que estaban en el cuarto.

—¿dónde está tu cama Mortimer?— pregunta Emile un poco cansado.

—este cuarto logré conseguirlo para ustedes dos, yo aún tengo cosas que hacer afuera— se acerca a su inmóvil hermana que aún no puede procesar del todo lo que acaba de pasar y le da un abrazo, se acerca a Emile y hace lo mismo para al final salir del cuarto.

—Buenas noches Celi...— intenta decir Emile pero la rubia se tira inmediatamente a una cama y se cubre con las sabanas—sí, como sea, buenas noches— responde Celia, Emil solo se queda quieto por un momento hasta que se acerca a un candelabro que alumbraba al cuarto para soplar a las pequeñas velas y poder dormir con tranquilidad en la cama contraría, las cortinas dejaban pasar muy pocas estelas de la luz lunar dándole a la habitación un tono azul muy oscuro.

Los minutos pasaron y pasaron mas ninguno de ellos lograba conciliar el sueño, fueron tantas experiencias en tan poco tiempo que las mentes de ambos aún no entendían como es que lograron dormir en camas esa noche.

—Celia,¿estás despierta?— Emile estaba tan atormentado por el aburrimiento y la falta de sueño que solo se le ocurrió hablar, por su parte Celia estaba en total silencio y fingía estar dormida con la esperanza de engañarse a así misma y quizá lograr descasar de verdad.

—Celia— vuelve a decir Emil —¡Celia!— grita Emil.

—¡¿Qué quieres?!— responde Celia irritada.

—solo quería saber si estabas despierta— dice Emile sin saber que más hacer

—oye, lo que paso en el calabozo...— recuerda Celia con el rostro enrojecido.

—¿sí?— pregunta Emile con nerviosismo.

—nadie debe de enterarse de lo que pasó ahí— declara Celia en un tono autoritario

—yo... yo creo que— Emil se detiene para pensar —creo que tienes razón—.
Emile con una terrible consternación en su corazón decidió dormirse esperando que todo vaya mejor mañana.

la profecía de LumiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora