juicio

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Al pasar por la puerta, el grupo ingresa a un gran auditorio, en las gradas se podían ver a ciudadanos del reino tanto de las castas más altas como de las más bajas hablando y murmurando entre ellos, mas en el momento en que los que estaban más cerca de la puerta de acceso advirtieron la llegada del grupo de soldados y de los tres nobles, las gradas rápidamente se envolvieron poco a poco en silencio y la mirada de cada uno en la sala se posó en Celia y Emile; conforme iban avanzando Celia notó que, en los balcones mejor posicionados del auditorio, se encontraban los otros nobles invitados de la fiesta pero ahora estaban expectantes de lo que estaba aconteciendo en el auditorio, unos murmuraban entre ellos y otros simplemente se limitaban a observarlos, Emile por su parte empezaba a sentirse nervioso y en el momento en que el grupo avanzó al primer escalón sentía que se desmallaba, Urib no dejaba de observar con preocupación la ligera sonrisa que tiene Mortimer en su rostro.

El grupo se abre paso hacia una mesa en el centro de la gran sala, mesa en la que Emile y Celia se sentaron, Motimer se mantuvo de pie a la derecha de la mesa cerca de su hermana, en ese momento avanza un soldado desde una de las esquinas del salón contraias a la puerta y con voz solemne exclama:  —¡En silencio y de pie ante su majestad, la princesa Lisba de Anulia!— con una banda de trompetas acompañando su entrada, la princesa Lisba se hace presente en la sala y todos se ponen de pie en su presencia; la princesa portaba un vestido largo azul, con adornos en codos y hombros,  tambien llevaba un cinturón en la cintura que permite ser conscientes de su delgada complexión, camina unos momentos hasta llegar a un gran asiento rodeado de otros más pequeños toma su lugar y observa la gran sala detenidamente.

—sentados— la voz de la joven princesa hacia eco en la gran sala de juicios causando un escalofrió en la mayoría de súbditos y sobre todo en los dos jóvenes nobles que iban a ser juzgados, con pena y lentitud Emile y Celia estaban a punto de sentarse hasta que vuelven a escuchar la voz de la princesa Lisba.

—¡ustedes dos no pueden sentarse!, no les daré el gusto— dice con completo desdén hacia Emile y Celia.

—¿por qué carambas no están encadenados y vistiendo harapos esos dos, fiscal Verme— sus ojos café claro casi perforan el semblante del viejo fiscal

Verme no puede hacer más que ajustar sus lentes y observar a los acusados con absoluta consternación.

—No lo sé su majestad— dice esto mientras mantiene los ojos cerrados y la cabeza baja.

—bueno no importa— musita por fin la princesa Lisba —¡empecemos con esto de una vez!, Fiscal Verme proceda— observa al señor Verme mientras este se levanta del asiento.

—sí su majestad— dice desdoblando un pergamino y prosigue —Celia princesa  de Golias y Emile Terre de Feu, se les acusa de cometer faltas de respeto graves contra su majestad, la princesa Lisba de Anulia y de resistirse a un arresto formal— termina de decir el Fiscal.

—¿como se declaran los acusados?— prosigue Lisba observando la hoja de acusaciones como si esta le pareciera insuficiente, levanta la vista del papel y la dirige hacia los dos jóvenes.

—¡antes de declarar!— dice Mortimer a la par que hace una seña a la capitana para que se retire, la capitana Urib se retira de la mesa y sale de la sala  —la defensa exige una destitución— dice Mortimer con voz alta y dirigiéndole la palabra a Lisba.

—¿una destitución?— dice Lisba extrañada.

—¿se puede saber la identidad de la persona que la defensa solicita destituir?— pregunta el fiscal

—sí señor, la defensa solicita la destitución de su majestad Lisba de Anulia como juez oficial en este juicio— la corte entera se escandaliza, los gritos y golpes que hacían los ciudadanos dignados en sus asientos ponían cada vez más y más nerviosos a los dos acusados que aparentemente estaban siendo defendidos por un demente.

Celia golpea con mesura el costado de su hermano.

—¿acaso perdiste la cordura?— susurra molesta.

—¡oh!, por mi pobre y difunta madre, ¿Cuándo será que estos desprecios hacia su majestad por fin cesarán?— se lamentaba y retorcía el fiscal Verme.

—¡por favor no hagas que esto empeore!— le suplica Emile a su amigo.

—¡silencio!— dice por fin Lisba ante el alboroto de la corte.

—usted, no tiene la autoridad ante la ley de Anulia para solicitar tal acción— dice el fiscal Verme con un tono severo.

—tranquilos confíen en mí— susurra Mortimer para los acusados después se dirige al fiscal.

—¡en eso tiene razón fiscal Verme!— Mortimer hace un leve gesto levantando su mano, inmediatamente las puertas principales se abren, la gente comienza a murmurar y a ponerse de pie con asombro.

—¡damas y caballeros en silencio y  de pie, regocíjense ante su majestad el re...!— Mortimer se detiene al observar a quien acababa de entrar, de la figura que esperaba esta era más alta, de piel morena, ojos color miel, cabellos castaños casi rojizos y largos, que si no fuera por este detalle madre e hija serían exactamente iguales; la reina camina lentamente, observa a la corte y a Mortimer dándole una mirada autoritaria que lo puso ligeramente nervioso pues se dio cuenta que lo miró directo a los ojos, Mortimer se toma un momento para aclarar su voz y continúa.

—la, ¡la reina Danna de Anulia!— logra exclamar al fin.

La reina camina hacia el lugar donde se encontraba su hija, la vestimenta de la reina cubría todo su cuerpo a excepción de la cabeza; el vestido de intenso color negro y patrones dorados en la espalda, brazos y falda, cabe resaltar que la reina carecía de adorno alguno que resaltará su figura la joyería que llevaba era su corona, algunos anillos y de su cuello colgaba un medallón son varios símbolos grabados y una gran joya azul con matices grisáceos en el centro.

—Hola querida Lisba— pronuncia la reina con un tono dulce.

—Hola ma...— La reina se da la vuelta dándole la espalda.

—como regente oficial de Anulia concedo la solicitud de destitución por parte de la defensa y me concedo a mi la posición de jueza oficial para el juicio numero...— se detiene a leer el pergamino del fiscal Verme —A-825583738— dice la reina con total calma.

Lisba se levanta del asiento absteniendo completamente su ira y sale de la sala, la reina Danna toma asiento que hace unos momentos ocupaba su hija y continuo con el juicio.

—Por favor continuemos— dice con calma para finalizar.

Todos toman asiento, el plan de Mortimer no salió del todo como esperaba.

la profecía de LumiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora