M | ❛𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘯𝘰 𝘵𝘦 𝘴𝘪𝘨𝘶𝘦 donde quiera que vayas, cariño❜
▬ en dónde Mara 𝘴𝘶𝘤𝘶𝘮𝘣𝘦
𝘢𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘯𝘰 𝘥𝘦𝘯𝘵𝘳𝘰 𝘥𝘦 𝘦𝘭𝘭𝘢,
que la arrastra a la locura y
a la perdición, pero que le
muestra...
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❝ So what is wrong with another sin? The night is calling i have to go the wolf is hungry he runs the show❞ ━ Scorpions, rock you like a hurricane
────────────── 25 de octubre de 2013. The Damned. Houston, Texas. 01.28 AM. ──────────────
La puerta de aquel bar de mala muerte se abrió y el sonido de las botas repiqueteando contra el suelo era apenas audible por sobre la voz de Klaus Maine resonando por todo el lugar. La morocha inspeccionó con una rápida mirada el antro y, a paso lento, tomó asiento en el último lugar de la barra. Con un suspiro cansado se quitó la capucha de la chaqueta que cubría su rostro y restregó sus ojos, ojerosos y apagados.
Dio un segundo repaso a su alrededor, esta vez tomándose más tiempo.
Notó a varios hombres por el lugar, algunos inconscientes y probablemente a punto de entrar en un coma alcohólico, otros jugando billar y bebiendo y uno tratando de ligar con la camarera de turno. Detrás de la barra, a unos metros de dónde se encontraba, estaba el dueño del lugar limpiando con ímpetu un vaso de whisky, pero con la mirada impía puesta en ella. Aunque le pareció extraño el comportamiento de aquel hombre a quien sólo había visto en algunas ocasiones, le indicó con un movimiento de cabeza que estaba lista para ordenar lo que sea que saciase el vacío que la llenaba en esos momentos... vacío que no tenía en claro si se debía al hambre, al cansancio o al miedo. O a una combinación de las tres.
Una botella de cerveza y unas papas aparecieron en su campo de visión y notó que rápidamente el hombre se había posicionado frente a ella, ya sin el vaso en la mano y con una sonrisa torcida en su rostro. No recordaba su nombre ni si realmente lo preguntó alguna de las noches que había pasado en el bar, pero no le importaba. No buscaba hacer amigos, ni conocidos, ni tener contacto alguno con otra persona... salvo ocasionalmente cuando necesitaba desquitarse con sexo. Y aquel hombre no era el caso.
—¿Mal día? —le preguntó con voz pusilánime.
Lo observó unos segundos, vacilando si contestar o no.
Un mal presentimiento la envolvió de repente y sintió que algo con aquel hombre no iba bien, algo que antes no había notado o tal vez, sumida en sus problemas, no le había prestado atención. Decidió ignorarlo por un momento, mientras evaluaba si comer o no lo que le había puesto en frente y si aquel extraño merecía una respuesta.
