contador de palabras: 1030
Todas las mañanas lo veía entrar en la cafetería con el semblante serio. La gente no podía evitar tornar sus rostros sorprendidos en dirección a la puerta cuando las campanillas colgantes tintineaban.
Sus andares pausados, sumados a la postura encorvada y su mirada vacía mientras escaneaba el espacio en busca de un sitio vacío y apartado del resto de gente, no hacían otra cosa que acentuar todo el aura de misterio que revoloteaba a su alrededor. Su melena ondulada y oscura se mecía de forma elegante al ritmo de sus pasos y resultaba aún más atractivo cuando algunos de los mechones caían sobre su frente, cubriendo aquel par de ojos oscuros y afilados.
Aquella mañana vestía un jersey gris de punto y cuello alto que se ceñía a su cuerpo, remarcando la diferencia entre sus anchos hombros y su fina cintura. Sus piernas estaban cubiertas por unos pantalones vaqueros negros, poco menos estrechos que el suéter.
Me arrancó un par de suspiros cuando, mirándome fijamente, llevó una de sus manos a las hebras oscuras de su pelo y lo apartó de su frente, despeinándolo y dándole un aspecto más informal y salvaje. Aparté la mirada hacia la pantalla de mi portátil enseguida. Me mordí el labio nerviosa fingiendo estar tecleando la historia más interesante del mundo. Cuando volvía mirarlo por encima de la pantalla de mi ordenador sus ojos ya no estaban puestos en mí, sino en una taza de café en la que yo no había reparado en un primer momento.
Un estruendoso trueno partió el cielo. Salté en mi asiento retirándome un auricular para comprobar que aquello no había sido producto de mi imaginación. Tendía a dejarme llevar por lo que escribía tanto que, en ocasiones, mi cerebro me jugaba malas pasadas y me hacía creer cosas que no sucedían, que solo eran posibles en las historias que mi cerebro desarrollaba y que yo ponía en escrito. Pero aquel no era el caso. El cielo no tardó en descargar una fuerte lluvia sobre el pueblo. Por el ventanal a mi derecha pude ver la gruesa cortina grisácea que nublaba la vista de la calle. Chasqueé la lengua al comprobar que, en efecto, no había traído ningún paraguas conmigo.
Decidí alargar la mañana de escritura en la cafetería, renunciando a la primera hora en la universidad. Saltarme una clase no me haría ningún daño. Le di un sorbo a mi café y, tras un suspiro, volví a sumergirme en la trama en la que estaba trabajando.
Alcé la mirada a los pocos segundos al notar unos ojos sobre mí. Era el chico de pelo oscuro y ondulado. Aunque traté de apartar la mirada, como lo había hecho anteriormente, había algo en aquel par de orbes negras que me lo impedía. Él me observaba por encima de la taza de la que bebía. Cuando terminó de tragar la dejó sobre la mesa con un chasquido y se relamió el labio superior. Todo sin dejar de mirarme.
Mis mejillas se calentaron y no tardaron en tomar color, algo que pareció hacerle gracia al chico. Sin embargo, a los pocos segundos, esa sonrisa desapareció. Su ceño se frunció y se inclinó sobre la mesa, estrechando sus ojos mientras escaneaba mi rostro. Lo imité. Incluso con aquella mueca su rostro lucía igual de angelical y etéreo. Sus labios, rosados y brillantes gracias a la gruesa capa de bálsamo que había aplicado sobre estos, se separaron levemente. La punta de su lengua asomó y terminó por pellizcarla con sus dientes en una sonrisa ladeada.
¿Qué le hacía tanta gracia, exactamente?
Se terminó el café de un trago y dejó la taza sobre la mesa de madera con un golpe suave. Recogió sus cosas y, con el libro que había estado leyendo bajo el brazo, se puso en pie. Quedé hipnotizada por su forma de caminar, tan elegante y seductora.
Cuando pensaba que estaba por marcharse vi que desvió su trayectoria y se encaminó en mi dirección. Abrí los ojos como platos y me oculté tras el ordenador, rezando por que no estuviera viniendo directamente hacia mí. Cerré los puños con fuerza mientras repetía en bajo "Aquí no, por favor". Cerré los ojos y largué un suspiro cuando pude ver la punta de sus zapatillas negras relucientes. Levanté la mirada y mis labios se separaron al instante.
Lucía aún mejor de cerca.
Su piel dorada me recordó al caramelo y la idea de saborearla cruzó mi mente. Sacudí la cabeza apartándola de mi imaginación por el bien de mi cordura. Solo cuando lo tuve a escasos metros de distancia pude percibir dos adorables lunares en su rostro; uno bajo su ojo derecho, el otro en su nariz.
Una sonrisa tiró de la comisura de sus labios, una vez más. Rápidamente los volvió a perfilar con la punta de su lengua y tiró de la silla frente a mí para sentarse. Los ojos de todos los que nos rodeaban su trasladaron al asiento, al chico en este. Probablemente estuvieran igual de confundidos que yo. De todas las personas en el local, ¿por qué había venido a mí? Con la punta de su índice empujó la pantalla de mi portátil y lo cerró. Inmediatamente la música que se estaba reproduciendo por mis auriculares de detuvo, así que opté por retirarlos de mis orejas. Miré a mi alrededor. La gente seguía observándome confundida.
Unos segundos pasaron y el chico no pronunció palabra, solo me miró fijamente, inclinando la cabeza siguiendo todos mis movimientos.
Estaba por abrir de nuevo mi portátil cuando su mano se interpuso, cerrándolo una vez más. Una de las mujeres sentadas en la mesa a nuestro lado me miró preocupada, con el terror grabado en sus facciones. Sus ojos estaban puestos en la mano del chico sobre mi portátil.
Lo miré fijamente. Él me sonrió y volvió a inclinar la cabeza.
—¿Quién eres, preciosa? —habló al fin.
Su voz, grave y aterciopelada, hizo que algo en mi interior se sacudiera. Un fuego se arremolinó en mi pecho provocando toda una oleada de sentimientos que no estaba acostumbrada a experimentar.
—Kim Taera. Soy Kim Taera.
—Bien, querida Kim, ¿puedes decirme quién eres exactamente y por qué tú sí puedes verme?
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SERENDIPITY » bts drabbles
FanficS | ❝Donde yo escribo todos esos relatos que no llegaron a ser historias❞ Todos los derechos reservados No se aceptan copias ni adaptaciones Los relatos aquí recogidos no pueden ser usados como trama para obras ajenas a mí o mi cuenta 2020-2021 |...