Capítulo IV

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Torpeza.

El dolor era horrible, sentía su cuerpo agonizar. Su cerebro ordenaba que huyera mientras su cuerpo lloraba por un descanzo, su velocidad desmiyu hasta el punto que su paso se convirtio en pequeños tropiezo, sus piernas no aguantaron su peso y terminó llendose de cara contra el piso. Impulsó sus piernas vagamente, intentó huir, estiró como pudo su brazo, comenzando a arrastrarse, para lo que ella duró como horas, solo pasarón segundos.

Se dejó caer, sus parpados pesaban, su respiración se volvió lenta y dolorosa, sintió la sangre pasar entre los espacio de sus dedos, con lo poco que podía enfocar. Vió dos zapatos, una persona.

La Uzumaki pudo evitar sonreír, se iba a morir.

La sombra se agacho hacia ella, y sus ojos no soportarón mas.

Que la suerte decidiera.


Hace unos meses.

Algunos alababan la paz otorgada  por el actual Hokage, muchos dirian que es una bendición, ya nadie convivía con el temor de una guerra, nadie temia por las vidas de sus hijos, padres y hermanos, ya no había sacrificios y muertes innecesarias, estaban viviendo en la libertas. Todo era felicidad y paz o eso era lo que pintaba las calles de Konoha, el sabía muy bien que ellos tenían no era paz y muchos menos una libertad.

Termino de cavar el agujero para que pusieron el tubo, tras la "paz", el había perdido su empleo a igual que varios Shinobis, no les quedaron más opciones, varios recurrieron al suicidio al no encontrar un empleo, o se volvieron simplemente trabajadores, de irse como  soldados supervivientes de la mayor guerra de la historia ninja, volvieron como simple trabajadores.

El había ido en la segunda división bajo el mando Kitsuchi, aun recuerda las batallas contra los zetsus  blancos, esas jodidas cosas que no dejaban de auto-generarse, participo en varios ataques, fue de los pocos que sobrevivió al ataque de Uchiha Madara, Soltó un suspiro, los días de gloria acabaron, ahora quedaba trabajar para darle una educación a su hijo, se secó el sudo y procedió a cavar, pero escuchó un ruido, lo ignoro aseguro era sus compañeros moviendo cajas o  tubos, los ruidos no cesaron, llego aun punto que se le volvió raro, si no de donde provenía.

El archivero de Konoha,dejando la pala aun lado, y con cuidado se acercó al lugar. Estaba cerrado, estaban cambiando algunas cosas como: luz, agua y seguridad..entre otras. Entro por la puerta de atrás, en silencio. Miro las cajas por todos lados, aseguro estaba en bodega. Caminó entre ellas hasta llegar a la puerta, que lo llevaría al cuarto principal donde hacia los demás archivos, cuando abrió la puerta la sorpresa fue enorme.

El mismo miedo y pánico que sintió en la guerra, lo que fueron recuerdos horribles lo trajo de vuelta a ver en esa escena.

Shinobis tirados en el suelo, los encargados de cuidar y cambiar el archivero. Estaban tirados, heridos, la sangre salía en pequeñas gotas. Rápidamente se acercó a uno que hacia apoyado contra la pared, se apoyó en su hombro buscando un signo de vida, pero algún tipo de liquido cayó sobre su nariz, si ese escenario de shinobis titados, lo que se llevó el premio a lo horrible fue lo que estaba pintando en la pared con lo que parecía sangre.

真実が明らかになり 彼らが振った嘘は一生影に隠れることはできません

-¿Te gusta?

Se dio la vuelta, empuñando su kunai en alto. Miro sobre todos los lados en busca del enemigo.

-¡¿Quién esta ahí?!¡Muéstrate!- gritó, rezando en pequeños susurros, lo único que pedia era ver a su pequeño hijo crecer, alejándose varios metros de la pared pintada, cuanto estaba apunto de llegar a la puerta escucho el ultimo susurro.

Himawari Uzumaki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora