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Campamento de Atlanta.

El coche por fin paró. No me di cuenta del por qué se había parado hasta que me bajé del mío. Había un pequeño campamento de unas siete u ocho personas. Tenían una autocaravana, un sistema de radiofrecuencia y un pequeño lago a sus espaldas.

Comencé a observarles detenidamente: dos mujeres rubias estaban intentando que la radio cogiera una señal desde otro punto de la ciudad, para contactar con algún familiar, supongo. Luego había un señor mayor encima de la autocaravana, era el vigía. Una mujer y un hombre de color, un asiático, un tío con cara de pocos amigos y por último un hombre con barba y una camisa de cuadros. Eran ocho, al menos si los conté bien.

-Fuera de aquí, no aceptamos nuevos supervivientes. Tenemos pocos recursos. -habló la mujer de color.
-Hola, me llamo Shane. Entiendo lo que dices pero no venimos a saquearos. La ciudad está siendo bombardeada y no tenemos a dónde ir. Traemos comida y podemos ayudaros y contribuir en algo, por favor.
-Jacqui, por favor. Deja que se queden, no parecen malas personas. Y traen niños, ¿cómo vamos a dejar a unos niños a su suerte? -habló esta vez una de las muchachas rubias.
-También traemos armas, y munición. Yo soy policía.
-Pff, ¿un madero? Pues no cuentes con nosotros, no nos gusta la gente como tú.
-Merle, cállate la puta boca joder. -habló la otra rubia.
-Andrea, ¿por qué no entramos en la caravana de Dale y nos relajamos un poquito?

La rubia solo se limitó a poner cara de asco.

-Vale, podéis quedaros. Pero ya aviso que tendremos que ampliar el campamento. Sois muchos. -dijo Jacqui.
-Solo somos seis personas. Creo que cabemos perfectamente en esa zona de allí. -dijo señalando un terreno que estaba a la derecha de la autocaravana.
-¿Y vuestros amigos no se quedan? -dijo señalándonos a nosotros.
-¿Nos habéis seguido?
-A la vista está que sí. No teníamos dónde ir y vi que tú eras un tío fuerte capaz de proteger a los suyos y me dije: pues para allá que me voy.
-Bueno pues, poneos por dónde veáis.

Eddie, Bev y yo descargamos el coche y nos pusimos cerca de la caravana de Dale. Parecía un sitio seguro y yo necesitaba protegerles, si algo malo les pasara no me lo perdonaría. Cuando todo estuvo listo, Andrea nos dio una tienda de campaña para Eddie y para mí, Bev dormiría con ella y con su hermana Amy.

Echaba de menos al resto de perdedores. ¿Que habrá sido de Bill desde lo de su hermano? ¿Los demás habrán conseguido sobrevivir? Rezaba por que así fuera.

-Eddie..
-Dime Rich.
-Gracias por preocuparte por mí y venir a buscarme a mi casa, estoy agradecido por ello. No me gusta esta situación, ya sabes, por los caminantes. Pero me alegra saber que estás aquí conmigo, sano y salvo.
-Uy Rich, que moñas te has puesto.
-Imbécil. Solo me estaba alegrando de que siguieras vivo, como no sabemos nada del resto..
-Ya, es verdad. Ojalá lo hayan logrado. Tuvimos suerte de encontrarnos con Bev, al menos sabemos que ella está bien.
-Pero ella no sabe nada del estado de su novio, ni siquiera le he dicho que yo lo he visto antes de que nos metiéramos en ese coche.
-Si crees que debes decírselo adelante, está allí hablando con Amy.

El día pasó rápido, estábamos en período de adaptación a la nueva situación en la que nos vimos envueltos. Todos parecían buenas personas, excepto Ed y Merle. En varias ocasiones pude fijarme en que Ed, el marido de Carol, era una persona muy controladora y agresiva con ella. Su hija Sophia parecía tenerle miedo también, para mí que es por que les pega.

-Richie.
-Dime Bev, ¿ha pasado algo?
-No sé, dímelo tú. Eddie me ha dicho que querías hablar conmigo.
-Eh, sí. Supongo que te interesaría saber que he visto a Bill, antes de que te encontráramos en la carretera.
-¿Le has visto? ¿Cómo está? ¿Está bien?
-Pues no mucho. Su hermano ha muerto Bev. No pude quedarme mucho tiempo, así que no tuve ocasión de preguntarle que es lo que haría después ni adonde iría.
-¿George está muerto? -Beverly no pudo contener sus lágrimas y yo me limité a abrazarla.

Justo en ese momento se empezaron a escuchar latas chocando entre sí. Beverly y yo nos giramos asustados.

-No os preocupéis chicos, es una medida de seguridad. Ponemos latas atadas a una cuerda y después las amarramos a un árbol. Es para saber cuando se acercan caminantes. -dijo Dale acercándose hasta el lugar y clavándole un cuchillo en la cabeza a una de esas cosas, que cayó al suelo fulminada. -Vosotros tenéis con que defenderos, ¿verdad?
-Negativo. Los chicos de dieciocho años no solemos tener armas en nuestras casas.
-Pues deberíamos darles de nuestro arsenal algunas armas, ¿no? -dijo Amy.
-Creo que mejor deberíamos ir a la ciudad, y aprovechamos para buscar más provisiones. -habló el asiático por primera vez desde que estábamos allí.
-Glenn tiene razón, yo me apunto. -dijo Andrea.
-Yo también iré, ya que vais por nuestra culpa.

Pusimos en marcha la primera expedición del grupo y acordamos quiénes serían los que irían a la ciudad a por provisiones y armas: Glenn, Andrea, T-dog, Merle y yo.

-¿Qué coche nos llevamos? -preguntó Andrea.
-Podéis coger el nuestro, está algo viejo pero podréis llegar a la ciudad sin problemas. -ofreció Carol.

Su marido le echó una mirada de soslayo, indicándole que no estaba para nada de acuerdo con lo que acababa de hacer. Su coche era un Jeep Cherokee de color gris verdoso, bastante desgastado debido al constante uso. Todos estaban sentados en el coche, listos para marcharnos en cualquier momento, pero yo en el fondo no quería irme y dejar allí a Eddie y a Bev.

-Richie, ten mucho cuidado por favor. -dijo Eddie, agarrándome de las manos. Tenía los ojos cristalizados, síntoma de que se iba a poner a llorar en cualquier momento.
-Tranquilo que yo vuelvo, bicho malo nunca muere. Cuidaos vosotros chicos.
-¿Nos vamos? -gritaba Glenn desde el asiento del conductor.

Scape the death.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora