✿|4|

2.4K 278 258
                                    

—¡Mika, podemos hacer una casa con esto para después de nuesta* boda! —gritó con emoción, completamente admirado de tener en sus manos a esa clase de juguete tan extraña.

   Jamás, desde que cumplió los cinco años, se había predispuesto a jugar con bloquecitos Lego.  En el jardín, todos los días divisaba a sus compañeritos armar figuras extrañas y amorfas, simplemente colocando uno sobre otro y viendo como estos se destrozaban en cuestión de segundos si alguien derrumbaba el trabajo al suelo, lo cual solía suceder a menudo.  Pero allí, en casa de Mika, se maravilló por las asombrosas construcciones que el niño tenía alrededor de la sala: autos, robots y un edificio pequeño que, a sus ojos, se veía como lo más increíble que había visto nunca.  Se arrepintió por creer que aquellos artefactos eran aburridos y no tenía caso jugar con ellos.

—¿¡Podemos!?

—¡No hasta que me devuelvas a mi Idon* Man!

   Los labios se le curvearon en un puchero.  El muñeco yacía atascado entre sus piernas y Mika ni en sueños intentaría arrebatárselo de ahí.  Yuu lo sabía.

—Pero ya nos casamos, debemos constuir* una casa para la luna de miel.

—¿Qué es eso? —preguntó, levemente interesado.

—¿No lo sabes? —los cabellos dorados del niño se balancearon sobre su frente cuando él negó—. Es cuando dos personas que se casaron van a casa ¡y comen muchas cosas dulces! Por eso se llama luna de miel, porque la miel es dulce —explicó con inocencia, recitando las palabras exactas que le había dicho su mamá.

   Su acompañante abrió la boca, de pronto encantándole la idea.

—Entonces, si te ayudo a armar una casa, ¿podemos comer cosas ricas?

—¡Sí! ¡Y podrás ser un superhérue* muy fuerte!

—¡¿De verdad?! ¡Entonces lo haré!

   Yuu asintió frenéticamente, feliz por su iniciativa.  El niño más alto se dejó caer sobre la alfombra, tomando cuantos bloques pudo y comenzó a posicionarlos de la manera en que su padre le enseñó para que una casa se viera linda y estable.  Y mientras él hacía el arduo trabajo, Yuu observaba postrado en el suelo, abrazando a la amada posesión de su 'esposo' contra su pecho y murmurando que finalmente harían la boda oficial.

   Una nostálgica sonrisa tiró de las esquinas de sus labios, manteniendo al maltratado, pero al mismo tiempo, pulcro muñeco enfrente de sus narices.  Cientos de momentos ligados a dicho juguete y Mika atravesaron sus memorias; sintiéndose, de pronto, que volvía a tener cinco años y a fastidiar al chico para que fuesen una pareja de casados.  Destellos de un pequeño Yuichiro visitando la misma habitación, correteando en la misma sala, simplemente estando allí, en esa casa que tantos recuerdos le otorgó a su apreciada infancia, le acumuló en la garganta un ligero nudo de añoranza.

   Pero el cuarto no era igual, el hogar había sufrido modificaciones en la estructura, él tenía veintiún años y ya no tenía la energía e inocencia de un niño.  Sus pensamientos habían cambiado.  Ya no iba detrás de él.  Incluso hasta se sentía nervioso e intimidado cuando Mika deambulaba a su alrededor y ni hablar del leve fastidio que le influía a veces que el chico no lo dejara en paz; siempre siguiéndolo con la mirada, arrimándose a su lado, colocando inquietos a los latidos de su corazón.

   Rio con ironía.  ¿Así debió de haberse sentido él en el pasado?

   Bajó la mirada, topándose con el aún abierto cajón.  Vio la bolsa enorme de Legos ocupando sitio en una esquina, cochecitos esparcidos en todas direcciones, pelotas pequeñas pintando círculos de colores y algo que se asomaba de entre una cantidad monumental de desgastadas cartas de Dragon Ball Z.  Sin poder evitarlo, tiró de lo que parecía ser una pierna de plástico y dejó la diminuta anatomía al descubierto.

Insoportable ◤MikaYuu◢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora