Mikaela caminó entre los estantes saturados en libros, embriagándose un poco con la característica esencia de ellos, mientras portaba con él, su carpeta de medicina bajo el brazo. Sus grandes ojos azules se balanceaban de un lado a otro una vez que llegó hacia la zona de estudio, buscando con ellos a una persona en específico. Tomó una profunda inspiración en cuanto lo divisó sentado en una de las mesas, ojeando su propio trabajo, ajeno a su presencia. Las mesas contiguas se hallaban repletas, por lo que, sorbiendo su propio labio inferior en agasajo a su buena suerte, se permitió sonreír.
Se acercó con cautela, como temiendo una mala reacción de su parte.
—Yuu-chan, ¿te molesta si me siento contigo? No hay más mesas disponibles y de igual manera quisiera que hiciéramos el trabajo juntos... claro, sólo si tú quieres...
El discurso atropellado que vomitó su lengua provocó que el pequeño chico lo mirara sin expresión alguna. Incluso se sintió ligeramente rechazado por el jadeo cansado que este dejó escapar. No supo cómo reaccionar ante la evidente mala cara de su crush, pero aun así, su mirada se iluminó en cuanto lo vio asentir. Inmediatamente se sentó a su lado, acercándose a invadir su espacio personal más de lo debido.
—Mikaela, hay bastante lugar en la mesa.
Las mejillas del rubio se encendieron.
—Oh, sí, lo lamento —rápidamente retiró la silla hacia el área sin ocupar.
Durante la siguiente hora en que intercambiaban opiniones respecto al trabajo de bacterias patógenas a investigar, se dedicó a admirar la belleza que su cabello castaño cobrizo y preciosas facciones lo traían tan embelesado desde que lo vio por primera vez al entrar en la universidad. Era portador de los ojos verdes más preciosos que alguna vez hubo visto, de la nariz más diminuta y adorable y de los labios más apetecibles. Su figura esbelta -quizás, demasiado-, era el centro de atención de su mirada sagaz, la mayoría de veces. A pesar de que a primera vista, la atracción fue meramente física, la agradable personalidad de Yuichiro acabó por cautivarlo. Aunque, desde hacía algún instante, notó que esta parecía haberse deformado tenuemente para con él.
—Entones, como acordamos, haremos la escala de... —parpadeó—. ¿Mika?
Mikaela lo observaba atentamente, pero yacía completamente ido. Sus enormes ocelos lo veían a él, pero al mismo tiempo, no. Frunció el ceño.
—¿Me estás escuchando?
El chico asintió, aún perdido en alguna parte de su rostro.
—Bésame.
Aquella frase lo espabiló por completo, causándole un arrebatado enrojecimiento y que tragase saliva con fuerza. Se le notaba la vergüenza y el desconcierto a kilómetros.
—Y-Yo... ¿puedo? —preguntó desconfiado.
—No —contestó Yuu rodando los ojos. Mika bajó la cabeza—. Oye, iré a comprar algo para tomar, enseguida vuelvo.
—Te acompaño —declaró levantándose del asiento y, sin esperar afirmación de su parte, caminó rumbo a las máquinas expendedoras, seguido de un abrumado muchacho castaño.
Una vez en la esquina del pasillo, Yuichiro se acercó hacia el artefacto con un billete en la mano. Lo introdujo y comenzó una búsqueda exhaustiva entre las opciones para decidirse qué tomar. Se agachó ligeramente, casi que logrando rozar su retaguardia con la entrepierna de Mika, quien lo esperaba descomedidamente cerca de él. Abrió los ojos, convirtiéndose en una estatua viviente, sin ser capaz de apartar la vista de su bien formado trasero recubierto por unos leggins negros que no dejaban demasiado a la imaginación.
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Insoportable ◤MikaYuu◢
Historia Corta─Yuu siempre toma mis cosas, me quita mis juguetes y no me deja estar tranquilo, mamá, ¡es un niño insoportable! ... ─Yuu-chan, ¿te molesta si me siento contigo? No hay más mesas disponibles y de igual manera quisiera que hiciéramos el trabajo junto...