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Limpio mi cuello con el pañuelo que me dió el señor, me cambio el camisón cuando se retira, con aquella ropa que me entrego también y me quedo quieta, sentada al borde de la cama esperando.

No hago nada, como si no fuera yo misma, la orden de permanecer en este lugar sigue latente en mi mente.

"Quédate aquí".

Ahora sé su nombre, porque el individuo que me trajo la vestimenta me lo dijo y es lo único que mi mente procesa. Se repite una y otra vez aguardando a su regreso.

"Verel, Verel, Verel..."

Me siento como si estuviera en una especie de hipnosis.

Deseos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora