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Ato un nudo a la cadenita que sostiene la piedra amarilla y le sonrío a Verel.

—Gracias por conseguirla —expreso contenta.

—Me costó encontrarla, pero ahora ya eres dueña de tus propias decisiones.

Estoy tan feliz, lo único que me inquieta es que todavía no hemos hablado de mi confesión, desde el día que entre a su cuarto.

Deseos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora