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Desesperada corro al lavabo de mi casa, enjuago mis manos y cara rápido. Mi madre golpea la puerta del baño y me sobresalto.

—Kell ¿Todo bien?

—¡Sí! —chillo mirando mis manos.

La sangre no se limpia tan fácilmente.

—Bien, no salgas de casa, dicen que hay un asesino suelto.

Deseos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora