Aimé revisa el cuarto de Verel como sus deseos oscuros le indican y entre los cajones encuentra una pequeña piedra amarilla. No consigue nada más de su interés, así que decide retirarse, al abrir la puerta se encuentra con su amo en frente y se sobresalta. Presiona la piedra con fuerza entre sus dedos por el nerviosismo que le produce la situación.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunta el vampiro.
—Te dije que te deseo —le recuerda ella.
Él suspira.
—Ya te explicó Tanner la razón, así que será mejor que te vayas.
—¿Por qué me evitas? —cuestiona angustiada.
Aunque empieza a darse cuenta que puede expresar sus emociones y pensamientos con facilidad. Mira de reojo la piedra que tiene entre sus dedos. Esa es la clave.
—No te evito, me gusta estar solo —responde a su pregunta y luego ordena —. Regresa a tu habitación.
Aimé frunce el ceño.
—No —dice determinada.
Él desconcertado la observa de forma de tenida dándose cuenta que hay algo diferente en ella.
—La agarraste, ¿cierto?
—¿Eh? —expresa sorprendida.
—Aimé, yo no te estoy reteniendo aquí, te estoy protegiendo, pero si quieres irte, estás en todo tu derecho —ofrece.
—¡No quiero irme! ¡¿No oíste lo que te dije?! ¡¡Te deseo!! —grita desesperada.
Verel está más impactado, se supone que esa piedra quita todos los efectos de amo y sierva.
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Deseos Oscuros
VampireTodos tenemos deseos, Aimé tiene varios, algunos normales como cualquiera y otros oscuros. El problema está, en que no sabe cuales son los reales y cuales no. Solo alguien puede responder esa pregunta, solo él. Por Viviana Valeria V.