deux

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–¡Alastor!– Llamó su amigo al verlo entrar.

–¿Si?– Dejó su saco en el perchero y esperó a que el rubio corriera hacia él.

–No lo creerás, pero desde tu grabación con Angel Dust, tenemos 10% más oyentes, y solo fue un día– Sonrió, tratando de contagiarle la felicidad.

Al contrario, el menor alzó las cejas, su sonrisa dismuyendo notoriamente.

No demoró en volver a alegrarse, apresurándose para hablar.

–Bueno, si eso atrae público, estoy más que feliz– Caminó hasta su silla, depositando la pequeña maleta que traía.

Lo había estado pensando, y era en vano quejarse. Lo único que podría suceder era que alguien lo escuchara y arruinara su trabajo. Así que olvidaría el asco y el trabajo diurno de su compañero, tal vez incluso suban aún más los oyentes.

Estaba seguro de que Ángel nunca le caería bien, pero haría un esfuerzo para que al menos no le cayera tan mal.

–¿Qué es eso?– Preguntó una voz tras él.

–Un micrófono extra, para mejorar el estudio– Respondió, dejándolo junto al otro y conectándo lo cables.

Si quería mantener su promesa, debía separarse de Ángel, incluso si debía comprar un micrófono para cada uno.

Aunque sorprendido, Lucifer no dijo nada, y volvió a su papeleo.

–¡Ya entré!– Exclamó una familiar y estridente voz.

–¿Señorito Dust?– El más alto dió media vuelta, dirigiéndose al recién llegado.

–No se sorprendan tanto, decidí aprontarme rápido para poder llegar lo antes posible– Sonrió, abrazando a su jefe.

–Oh, bueno, me parece bien.

–¡Me alegra! Buenas noches, ciervo.

Confundido, el francés dejó lo que estaba haciendo y volteó.

–¿Qué?– El actor daba pequeños saltos hacia el mismo rincón de siempre, dejando sus cosas.

–"Ciervo", noté que tenías una escopeta de caza y me pareció irónico –rió y se sacó su abrigo blanco–, ¿te molesta?

Alastor miró a su amigo, quien había quedado con la boca abierta.

Tomó aire y sonrió, devolviendo la vista al menor.

–No del todo, es solamente que... –pensó bien sus palabras– No mucha gente me describiría así.

–Genial, soy el primero– Se sentó en su propia silla y le guiñó.

–Ten, un nuevo micrófono– Indicó, desviando el tema.

–¡Wow! Te pasaste, Al– Rió, agarrando el objeto y observándolo mejor.

El nombrado esperó a que su jefe se fuera y comenzara su sintonía.

Empezó como comúnmente empezaba. Saludos, un poco de charla.

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