Pienso y luego existo.

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Pensé tanto en ti que olvidé cómo era yo. Cómo debía sonreírle a los demás, cómo debería abrazar a los demás, cómo debería besar a los demás, cómo pensar en los demás.

¿Tú también pensaste en mí y solo existías cuando no estaba junto a ti?

—¿Quieres bailar esta pieza, mi amor? —fueron las primeras palabras que escuché de ti.

—Sí, mi cielo —te respondí.

¿O nunca estuviste junto a mí mientras yo, ilusionado y enamorado por amar y ser amado solo viví por ti?

—¿Quieres bailar esta pieza, mi cielo? —te pregunté. Y una cachetada fue lo que recibí.


¿Fue divertido mientras duró o fue muy efímero jugar conmigo?

Me hiciste existir y dejé de pensar en ti.


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Hace un tiempo dos corazones inexpertos que estaban aprendiendo a amar se encontraron en un banquillo, bajo un árbol de cerezo a la luz de la madre luna, bajo el escarchado cielo de estrellas, en el parque igual de grande que el remolino de sus emociones esa noche.

Oscuro y solitario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora