Las marcas

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Les recuerdo que esto son fragmentos de recuerdos. Entonces pueden estar un poco revueltos, entre el pasado y el presente. Espero que les guste el capítulo.

Observó por unos minutos a todos los presentes disfrutar del baile. Eclipsa parecía brillar maravillosamente ante cada movimiento, eso lo hizo enormemente feliz. Pero aun así se sentía vacío, como si su pecho no pudiera ser llenado por la cálida sonrisa de su hermana menor o por los momentos que pudo vivir feliz a lado de su tío antes de que esté fuera enviado en una misión diplomática para su madre.

—¿Qué está mal conmigo?—murmuró al sentir sus mejillas brillar.

Algo andaba mal con su magia, una de sus marcas en las mejillas había estado cambiando ante emociones intensas. El trebol a pasible se convertía en una luna menguante llamando su atención, lo había ocultado perfectamente de su madre, después de todo no parecía importarle mucho lo que sucediera con él.

Marco observó a su lado con indiferencia, de manera silenciosa dejo llevar sus sentimientos al fondo del abismo que él mismo había creado. Algo dentro suyo se entumecio hasta dejarlo mudo.

—¿Y cómo estás príncipe?—la voz le entretuvo por unos momentos antes de cubrir su mejilla izquierda con torpeza.

—Hmmm, ¿y tú eres?—preguntó curioso dejando de lado sus pensamientos negativos.

—Soy Thomas Lucitor, es un placer conocerlo—se inclino en una reverencia elegante y suave para dejar ver sus verdaderas intenciones hacia el castaño—lamento interrumpir sus pensamientos.

—No te preocupes—se removió nervioso al observar como su hermana miraba hacia su dirección—por favor levántate.

—Deme el honor de un baile, sí hizo una falta una guerra para conocernos habría válido la pena—insistió suavemente levantándose de su postura incomoda.

Marco negó un poco apartando la mirada aún con la mejilla cubierta. No dijo nada, sólo ignoro a Thomas, sabía que era lo correcto. Con su madre mirándolo, con su hermana mirando hacia dirección como si no importara nada más.

—Lamento mucho negarme—afirmó apartándose un poco—pero realmente busco a alguien más.

Eclipsa se acercó con la intención de preguntar que era lo que tenía a su hermano tan nervioso. Pero ante los ojos de su madre casi sepultado al castaño, solo se acercó para alejar al chico Lucitor. Pero lo que escucho la dejo estática, ligeramente sorprendida pero para nada era nada nuevo para ella. Pará su hermano tampoco resultaba serlo.

—¿Y su hermana aceptaría un baile?—cuestionó ocasionando qué Marco lo mirara con algo muy parecido al recelo.

—No tiene que preguntarme a mí, sino a ella—gruñó alejándose.

Estaba enojado, Lucitor podía ser guapo, realmente caballeroso y dulce. Pero no estaba interesado en él príncipe que nunca se convertiría en rey. Porque no valía más que para darle posición a cualquiera que quisiera ser parte de su familia y eso le molestaba en muchos sentidos extremos. Ers cómo una ira que iba en aumento cada que pensaba en eso.

—Permitame obtener aunque sea su nombre.

Marco rodó los ojos alejándose de Thomas en el momento en que Eclipsa decidió alejar al príncipe Lucitor. Simplemente era mejor estar lejos de todo el protocolo real, de los momentos incómodos y de su madre.

Un suave murmullo se dejó escuchar cuando le faltó al respeto de tal forma al chico. Pero sólo escucho como su hermanita intentaba alejar a todos de él. Se sintió agradecido en ese momento.
No sabe que sucede en su vida, que ahora, sentado al trono podía ver la misma repetición de hace años. Con Tom mirándolo tan fijamente que podía sentirse temblar como cuando lo conoció.

—Por décima vez, ¿qué deseas Tom?—cuestionó aburrido, dando largas miradas hacia la Corte a su alrededor—¿debemos hacer esto?

La risa del mitad demonio demostró que era como un juego. Realmente divertido y fuera de sentido.
Estaba totalmente perdido ante las preguntas que le estaba realizando el otro chico. Simplemente alzó los hombros y dispuesto a irse.

—No, espere majestad—Tom habló después de tanto tiempo sin decir nada.

Eclipsa negó rotundamente al ver el circo que se estaba montando enfrente suyo. Thomas había pedido una audiencia real, pero nunca se imagino que llegarían a estos extremos. El demonio tenía alrededor de veinte minutos haciéndole preguntas absurdas a su hermano, otras dos horas dándole largas sobre algunos asuntos reales, así que su hermano se perdió se perdió en el limbo por los últimos diez minutos hasta que reacciono escuchando la tontería que Tom decía por cuarta vez en la audiencia. La Corte ya había empezado a ver de una manera negativa al chico de tres ojos. Estaba logrando que el rey perdiera tiempo valioso que podría estar usando para planear estrategias de guerra o como recuperar territorio.

—Necesito un favor real–afirmó coqueto Lucitor ganándose un par de risas de la princesa.

Y una mirada para nada impresionada del rey ante aquellas palabras tan absurdas. Todo en el demonio de tres ojos estaba resultando absurdo. Tonto, absolutamente inesperado. Tenía ganas de dejarlo solo en la sala y que la Corte no volviera a aceptar una reunion con el demonio.

—Tom, por favor llevamos con esto más de dos horas—pidió ya cansado de actuar como todo un personaje político enfrente de su corte, su hermana y su amigo/pareja.

—Bien—un suspiro pesado escapó de los labios del demonio—quiero recibir su mano en matrimonio—declaró mirando a los ojos del castaño con determinación.

Eclipsa contuvo la respiración esperando la respuesta de su hermano. Pero en la sala comenzó a formarse un escándalo. Gritos de algunos familiares de la Corte que estaban en contra del matrimonio. Mientras que otros apoyaban lo que parecía ser una buena unión después de que los Lucitor se negaran por mucho tiempo a tener contacto con los Butterfly, por alguna que otra razón.

—¿Qué?—la voz temblorosa de Marco demostró su confusión.

Thomas suspiro, sin mas remedio que incarse enfrente del rey, con una caja rojiza que parecía contener lo que era el anillo de compromiso. Eclipsa brinco en sus propios pies esperando algo emocionado.

—Marco Butterfly, aquí enfrente de toda tu corte real, de tu hermana y de todos los que nos conocen, quiero pedir tu mano en matrimonio—declaró sonriendo un poco al ver los nervios del chico casi explotar.

—Eres un verdadero idiota—expresó levantándose de su trono para poder besar al chico.

—¡Esto no es lo que decía el testamento de su madre!—una voz chillo enojada—¡no permitiré esto!

Él hijo de la perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora