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-¡Vamos chicos, jugaremos al 7 minutos en el cielo!- dijo Joe, avisándonos a todos sobre aquel horrible juego. Y… como estaba tan aburrido, porque en esa fiesta no había nada interesante, fui. Total, ¿qué perdería? 

-Siéntense en ronda- volvió a decir una vez que todos nos dirigimos a él. No había tanta gente ahora que los veía a todos aquí, eso me desesperaba. Podría haber una pequeña posibilidad de que yo sea elegido… Uy.

Me senté al lado de una joven que jamás había visto. Miré hacia mi alrededor y había más gente que no conocía. “Oh Patrick, ¿en qué te has metido?” me pregunté a mí mismo. 

Otro chico castaño, con algo de barba asomándose, una gran sonrisa y con esas remeras abiertas a los lados apareció de repente.

-¡Hey! ¿Iban a jugar sin mi? Ni se les ocurra- dijo sentándose y riendo, lo que hizo reir a todos los demás. Ese era… Pete Wentz. Había tenido algo como un “enamoramiento” o “crush”, mejor dicho, con él. Y se lo había dicho, luego no lo pude ver nunca más a la cara. Todavía seguía sin hacerlo. Él tampoco me volvió a hablar, a veces sus amigos se burlaban de mí, pero él jamás dijo nada. Y ahora tenerlo ahí, enfrente, con una pequeña posibilidad de tener que jugar a ese juego con él, me ponía nervioso. Sí, Patrick Stump, te metiste en un gran problema.

-¡Hora de empezar!- dijo Joe, sentándose al lado de una chica, que al parecer era su novia por la forma en que le sonrió, y moviendo lo que era una botella vacía de cerveza. Giró, giró, giró hasta que su velocidad disminuyó y paró en… Pete. Sólo rogaba que la próxima persona no fuera yo.

-¡Pete! Ahora veremos con quién entras- volvió a decir Joe. Repitió lo de la botella y no podía dejar de mirarla. Rogaba a todos los dioses, personas, o lo que fuese que no le tocara él. La botella comenzaba a parar.

-¡¿Quién es ese?! ¿Andy Hurley, el de 5to?- dijo Pete apuntando hacia atrás, Todos miraron hacia allí, vi como la botella paró en la chica a mi lado. Y con tranquilidad, miré hacia atrás. No iba a ser yo y además… ¿Quién era Andy Hurley y por qué miraban todos para dónde él se encontraba? -Creo que me equivoqué. Sigamos- habló de nuevo y todos volvieron la vista hacia la botella. Miré al piso, sin motivo alguno, solo lo observé. 

-¡Patrick! Listo, levántense, irán al cielo por 7 minutos- dijo Joe, ¿Cómo? Pero si la botella señaló a la chica de al lado… Miré hacia aquel objeto y estaba apuntando hacia mí. Pero… ¿cómo? Yo mismo había visto como había parado en ella…

Miré a Pete y me sonrió. Uy, ¿por qué?

-Patrick, levántate- dijo alguien y resignado, lo hice. Pasaría 7 minutos con Pete, solo rogaba que pasaran rápidos.

Caminé con Joe y Pete hacia el pequeño cuarto, que parecía más un armario para lo que sea a un cuarto, pero dos personas cabían allí por 7 minutos. 

-Recuerden, tienen solo 7 minutos para hacer lo que quieran. Cuidado- dijo Joe antes de cerrar la puerta, dejándome con Pete. Que incómodo… 

Vi la puerta cerrarse y dirigí mi vista a Pete. Me miraba con una sonrisa. 

-¿Sabes? Mover la botella para estar contigo valió muchísimo la pena- habló mientras se acercaba a mí. 

-Entonces fuiste tú… ¿Por qué?- pregunté mientras caminaba algunos pasos hacia atrás para evitar que esté cerca mío. Me incomodaba. Y luego mi desesperación volvió: choqué contra la pared y Pete se acercaba más a mi.

-Porque…- me miró justo a los ojos. Miel con miel. Algo se revolvió en mi estómago. Seguramente nunca había dejado de sentir eso que Pete lograba. -Porque me gustas, Patrick.

-Pero… ¿Qué? No soy bonito. ¿Qué me ves?- dije desesperado. 

-¿Qué acaso no lo ves? Eres tan hermoso. Tus ojos, tu sonrisa, cada detalle de ti es tan hermoso y perfecto. Me siento un idiota por no haberte dicho que me gustabas cuando tu me lo dijiste también. Y luego me comenzaste a ignorar. Fue doloroso, ¿sabes? Y ahora estoy aquí, contigo- miró hacia un costado y luego volvió su mirada hacia mí. -Es increíble- y fijó su vista a mi labios. Oh, no lo haría… Aunque por dentro deseaba que lo hiciera. -¿Puedo?- dijo aún sin dejar de mirar a mis labios. Asentí lentamente sin dejar de mirarlo a él, a sus ojos y finalmente a sus labios. Parecían tan tentadores. 

Se comenzó a acercar lentamente, matándome. ¿Por qué no juntaba nuestros labios de una vez y terminaba con esta tortura? Decidí hacerlo por mi mismo y junté finalmente nuestros labios. Y me dejé manejar por el dulce beso que Pete me daba. Sus labios eran tan suaves y deliciosos que no me importaba si los besaba todo el día. Él mordía mi labio despacio y con cuidado. Luego de unos segundos pidió permiso para entrar en mi boca y lo acepté, empezando la guerra. Se dedicó a conocer cada parte de mi cavidad bucal, con cuidado, sin miedo o contratiempos. Teníamos todo el tiempo del mundo. Rodeé su cuello con mis brazos y profundicé el beso. No podía dejar de besarlo, no me cansaba. Simplemente podía hacerlo todo el día. Se separó de mi y sentí un vacío, me sonrió ante mi cara de confusión y volvió a mis labios, ahora abrazando mi cintura. Era todo tan perfecto. Y luego todo se comenzó más salvaje. Ya no era un beso tierno, dulce, lleno de amor, ahora tenía pasión, mucha. Me besaba con locura y desesperación y yo igual. La temperatura comenzó a subir y más cuando su mano se coló bajo mi remera y comenzó a dar pequeñas caricias y a tocar mi torso. Yo pasé de sus labios a su cuello, a dejar besos y algunas mordidas. Una marca también. Luego se le notaría pero ahora no importaba. Y desesperado volvió a mis labios, mordía mi labio inferior varias veces mientras tocaba mi piel, provocándome pequeños gemidos. Subió un poco mi remera y justo Joe nos interrumpió. Maldito idiota.  

-Chicos es hora de…- y se sorprendió al vernos en ese estado. -Okay, si que la pasaron bien. No me imagino que hubiese pasado si no llegaba…- y no pude evitar sentir mi cara arder. Seguramente estaba rojo como un tomate. Miré a Pete que tenía una sonrisa divertida. ¿Acaso a él no le molestaba? Joe miró algo en Pete y rió. -Patrick, no sabía que hacías tan buenas marcas. Esa marca no se le irá hasta una semana- y ahora él tenía su cara roja. -Andando- y salimos. Pete me abrazó por la cintura y dio un corto beso en mi cuello. 

-Fue genial- susurró y escuché su risa. Era tan dulce.

Y ahí fue donde reaccioné. Había estado rogando que no me tocara con él pero lo estuve y… Fue asombroso. Lo volvería a repetir.


7 minutes in heaven | PeterickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora