FELIX FELICIS (Jenlisa)

22☆

La clase de pociones siempre le había sido demasiado aburrida, esto de ser una alumna sobresaliente, era el principal factor de no poner atención, y tener a Lisa en la misma clase… bueno, también influía en su desconcentración. Sentada a unos cuantos metros, Jennie no podía hacer más que mirar a la rubia, la forma en que su ceño se fruncía cuando no comprendía algo, le causaba tanta ternura, que hubiera dado cualquier cosa por ir donde estaba ella y besarla.

El profesor Snape hablaba sobre algunas pociones más complejas, acerca de la poción multijugos y sus efectos, también de las complicaciones que podía tener si era usada excesivamente… De pronto un click sonó en su cabeza. Alguien la había suplantado… ahora parecía todo tan obvio, la habían suplantado y había terminado con Lisa, y no solo eso, a Rosé y a Jisoo les habían hecho lo mismo…

-Señorita Kim.- dijo el profesor. La clase había terminado hace algunos minutos y Santana aún permanecía sentada.-Señorita Manoban.- la llamó también, la rubia estaba casi saliendo de la sala cuando el profesor la llamó. Jennie al escuchar sus nombres en la misma oración, vio esto como una nueva oportunidad para hablar con ella.- Acérquense por favor.- dijo Snape, mientras ambas chicas se acercaban rápidamente. Jennie se ubicaba frente al escritorio del Profesor y Lisa junto a ella.

-Si profesor?- dijo la rubia incómoda.

-Señorita Manoban… revisé su examen.- dijo con seriedad. Lisa contuvo el aliento por unos segundos, mientras Jennie la miraba fijamente.

-Qué tal le fue profesor?- preguntó la castaña ante el evidente nerviosismo de Lisa, el profesor la miró rápidamente.

-Bueno, señorita Kim, debe estar muy orgullosa… su amiga a sacado un Extraordinario.- una sonrisa salió de los labios de Jennie y miró felizmente a Lisa, ella sonreía igual que la castaña, si es que no más.- Señorita Manoban, debería agradecerle a la señorita Kim.- Lisa asintió y la castaña sintió como su corazón volvía a latir de felicidad. La rubia se le acercó y por primera vez en mucho tiempo, abrazó a Jennie.

-Muchas gracias Jennie.- le dijo Lisa mientras la abrazaba. La castaña instintivamente abrazó la cintura de la chica.

-No hay de qué Liz.- dijo Jennie tratando de contener las ganas de llorar que sentía, tener a su amiga tan cerca le recordaba por que la extrañaba. la rubia hacía latir su corazón como nadie más lo hacía, las simples palabras de agradecimiento, hacían que a Jennie le dieran unas ganas de besarla y de jamás dejarla ir. Amabas chicas se separaron y el profesor les dio permiso para que se retiraran.

Lisa y Jennie caminaban al mismo paso, pero en silencio, era como si la presencia de la otra fuera como el oxígeno que necesitaban, no se querían separar, pero el orgullo o la simple tristeza las mantenía en silencio.

-Liz- dijo Jennie valientemente.- Me alegro que… bueno… que te haya ido bien en el examen.- dijo sin dejar de mirar el suelo. Lisa se detuvo en seco en medio del pasillo, y Jennie la imitó de inmediato. Ya era bastante tarde y casi no había gente en el castillo, el silencio era casi mortal, Lisa no decía ninguna palabra y Jennie moría por que la rubia la mirara si quiera. De pronto Lisa la miró, los ojos de la rubia perforaron su cuerpo, era como si Lisa hubiera scaneado por completo a Jennie. La castaña no sabía que hacer, solo estaba ahí en silencio, mirando a Lisa.

-Liz… qué sucede?- dijo Jennie.

Lisa se acercó a Jennie, con desesperación, la tomó de la cintura y con su simple empuje la llevo hacia la pared más próxima. Jennie sentía como su corazón latía fuertemente, a pesar de que Lisa no dijera ninguna palabra, ella sabía que la joven Hufflepuff la había leído como un libro, por fin Lisa se había dado cuenta de que Jennie la seguía amando. El choque contra la fría y dura pared, la despertó de sus pensamientos.- L…- trató de hablar, pero Lisa se acercaba más a su cuerpo, haciendo que perdiera la respiración. La rubia capturó los labios de Jennie, en un simple y tierno beso. La castaña con sus ojos cerrados, respondió ante los labios de Lisa, y rodeó el cuello de la rubia con sus brazos.