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Luego de una hora de colocar sus cosas en aquella habitación y pensar que se supone que haría, la ojiazul quiso ir a los jardines del castillo, Elaine le había enseñado unos jardines gigantes y hermosos que poseía aquel castillo, algo que Liones no tenía

Quería relajarse un poco y dónde mejor que en la naturaleza.
La princesa podía caracterizarse por su buena orientación, por lo que no tuvo problemas en llegar.

Sonrió. Desde que le habían dando la noticia del compromiso no había sonreído así, había flores de todo tipo, de verdad estaba fascinada

Comenzó a pasearse por aquel gran jardín cuál niña pequeña, podría jurar que esos jardines eran más grandes que el castillo propio

Luego de un rato así, visualizó un claro algo alejado de ahí, emocionada se dirigió allí, justo bajo un roble gigante se sentó y empezó a mirar alrededor

Cualquiera diría que es muy tonto pero ¡De verdad estaba muy feliz! Solo eran los jardines del castillo pero eso le hizo olvidarse de todo por un momento

A lo lejos logro ver una cabellera rubia, era claro que un jardín tan grande tendría tantos trabajadores, se había topado con muchos en su recorrido
Pero por algo esa cabellera le llamó la atención

Se levantó del verde y suave césped y se acercó más hacia esa persona
Estaba regando un arbusto de rosas que se encontraba ahí

Al principio creyó que era un niño por su baja estatura pero al acercarse más se dió cuenta que no

Estando ya a unos metros de él, aquel chico volteó a verla y, oh dios, poseía unos ojos esmeralda que enseguida encarcelaron a la princesa

-¿Se le ofrece algo señorita?- Habló éste-

Era muy obvio, no te puedes acercar a una persona así porque sí solo a verlo sin que esta te hable

-E-Eh?- De la nada el habla se le fue-

-Oh, dios mío, ¡Usted debe ser la prometida del príncipe!, Mil disculpas su alteza- este enseguida le dió una reverencia- Debe estar perdida, sí sigue este camino llegará a la entrada del castillo

-Eh..¡Si!, Gracias...- susurró eso último, sentía sus mejillas arder ¿Por qué? Ni ella sabía-

Sin saber que más hacer solo siguió dónde había indicado aquel chico alejándose de ahí

Al volver a entrar al castillo y llegar a su habitación se sintió algo tonta por haber reaccionado así, pero no sabía que le pasó en ese momento, pero más tonta se sintió cuando se dió cuenta que ¡No le había preguntado su nombre!

La princesa y el sirviente // melizabeth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora