Siete

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Aria

Vi como Jared apretaba los puños y se tensaba. La vena del cuello se le empezó a marcar. Se dirigió a la mesa y tiró todo lo que había encima de ella. Me levanté asustada.

— ¡Estoy metido en esto hasta el cuello! ¡No puedo dar marcha atrás! ¡No puedo dejarlo, no están fácil! ¡No puedo tener una vida normal maldita sea! – tiró los cojines que había en el sofá. – ¿Por qué una chica como tú, que nunca ha roto un maldito plato en su vida, iba a estar con alguien como yo? ¿Eh? Dime.

— ¡Oye! – le grité – ¡Yo también he intentado que esto funcione! Te he perdonado muchas cosas. ¡No es fácil aguantarte! Me has insultado, me has dejado tirada, casi pierdes los papeles el otro día conmigo. Vendes droga, te drogas, te tiras a todo lo que se mueve.... – desesperé.

Se sentó en el sofá. – Sabías que era así.

Me acerqué a él. – Deberías de contarme tu historia Jared – dije ahora más calmada. –¿Hay algo que deba saber, aparte de todo esto? – me senté a su lado.

— Deberías de irte, no quieres estar aquí – miró hacia abajo.

— Créeme, una parte de mi desea salir corriendo, la otra parte quiere saber tu historia.

— ¿Para qué? ¿Para después salir corriendo?

— No, para quedarse – puse mi mano encima de la suya.

Jared me miró. Sinceramente, no sabía qué narices estaba haciendo. Debería de haber salido corriendo después de ver eso, y mi cerebro me gritaba que me alejara de él. Pero una parte de mí no podía hacerlo.

Jared suspiró – Mi padre era un maltratador. Pegaba a mi madre, y a veces a mí. Incluso le era infiel. Pero mi madre no lo echó de casa, pensó que él todavía la quería. En esos años, todo lo que había en mi casa eran discusiones, así que empecé a juntarme con Ryan, que se dedicaba a vender droga, pensé que sería divertido, y así ganaba algo de dinero. Cuando mis padres se enteraron... bueno... mi padre me echó de casa, no quería a un hijo como delincuente. Mi padre siguió teniendo una doble vida, por así decirlo.

Lo miré, le estaba costando decir todo esto. Jared lamió sus labios y continuó. – Hasta que mi madre lo echó de casa, y él se fue a vivir con la que ahora es su mujer y sus dos hijos. Después de eso, mi madre me rogó que volviera a casa, pero ya el daño estaba hecho, ella no había impedido que mi padre me echara de casa, ella se había quedado callada – tensó la mandíbula – Y bueno, yo me fui a vivir con Chaz, que era mayor de edad, y él trabajaba para... – dudó en decirme el nombre –Parker. Así que él me lo presentó, y empecé a trabajar para él, ya no era un juego de niños, ahora me encargaba de... pasar droga de un lugar a otro, de venderla, y de... matar a gente si no había pagado lo que le debía... como un ajuste de cuentas. Y llevo cuatro años metido en esta mierda, porque era la única opción que me habían dado, necesitaba dinero para salir de la casa de Chaz, así que Ryan y yo conseguimos el dinero necesario para comprarnos este piso.

— ¿Así conociste a los chicos? – le pregunté.

El asintió. Mi móvil sonó, lo saqué del bolsillo y contesté. – ¿Sí?

— Son las doce, ¿dónde estás? – me preguntó mi madre.

— Estoy en casa de Jared – mordí mi labio.

— ¿Qué haces allí? Vuelve a casa – me ordenó. – Te quiero aquí en dos minutos – me colgó.

— Tienes que irte – afirmó.

— Si – nos quedamos mirando los dos a la nada. – Me voy antes de que aparezca por aquí – me levanté – Antes vamos a recoger esto – me agaché a recoger algunos de los cristales más grandes de un jarrón del suelo.

1. Cree en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora