Seis

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Aria

Llevaba cerca de una hora esperando a Jared en el mismo sitio donde me había dejado. Ir con él a un club no era una buena idea. Supuse que iría a hacer algo relacionado con su trabajo, pero ¿tanto tiempo? Decidí salir del club cogiendo antes mi abrigo del guardarropa. Me lo puse en la puerta y caminé hacia el coche, lo esperaría allí cuando se dignara a contestar mis llamadas. Me apoyé en el coche y me encogí en mi abrigo. Mi móvil sonó a los diez minutos. – ¿Dónde estás? – él sonaba frustrado.

— En el coche

— ¿Qué haces en el coche? Ahora voy – colgué.

Él no tardó en aparecer. Llevaba su abrigo puesto y estaba intentando poner sus pelos en orden con su mano. – ¿Qué haces aquí fuera?

— Quiero irme – lo observé y él tenía una marca en su cuello.

— ¿Por qué?

— Solo llévame – él suspiró y abrió el coche.

Me monté en el asiento del pasajero. En todo el camino no hizo otra cosa que mirarme de reojo, así que yo, miraba por la ventana.

— ¿Me puedes decir por qué te has querido ir? – me preguntó cuándo estábamos llegando a casa.

¿En serio no lo sabía? Quizás él acostumbraba a dejar a chicas en los clubs esperando por él.

— Estoy cansada. – él frenó para aparcar y antes de que pudiera mover el coche para darle marcha atrás yo ya me había bajado.

Él maldijo y saqué las llaves de casa mientras llegaba al portal.

— ¡Eh! – Jared gritó llamando mi atención. Entré en el portal y cerré la puerta.

Subí por las escaleras no arriesgándome a ir por el ascensor. Cuando iba a subir el segundo piso, las pisadas de Jared subiendo los escalones se hicieron presentes, y no tardó en llegar a mí. – ¿Se puede saber qué te pasa? – tiró de mi brazo en medio de las escaleras haciendo que lo mirara.

— Lo siento, pero odio estar esperando en una discoteca mientras que mi acompañante se tira a una chica. No te preocupes, no es nada personal. – me solté de su agarre.

— ¿Sabes? No deberías quejarte – me dijo cuando llegamos al segundo piso. – Tengo que buscar en otras chicas lo que tú no me das – dijo en voz baja.

— Pues déjame, te dije que no quería esto. – Jared frunció el ceño y tiró de mi brazo.

Sacó las llaves de su bolsillo y entramos en su casa haciendo que casi tropezase. Me guio hasta su habitación y cerró la puerta. Él se veía enfadado, y yo estaba un poco asustada. – Tú me dijiste que no te importaba a que me dedicaba.

— Y no me importa – dije confusa.

— Entonces, ¿Por qué me has dicho que no quieres esto?

— No quiero que me dejes sola en una discoteca porque tengas ganas de tirarte a una chica – me alteré. – La próxima vez invita a más gente o algo. Pero no puedes pretender que después de que me dejaste una hora esperando esté tan normal.

Él me miró serio – Te dije que no me iban estas cosas, Aria. No puedo darte lo que tú quieres.

— Entonces déjame en paz – lo empujé apartándole de mi camino.

Me agarró del brazo tirándome hacia él y juntó sus labios con los míos. Lo empujé por sus hombros hasta que él se separó de mí. Esta vez fue él quien me esquivó y salió de la habitación.

1. Cree en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora