Catorce

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Entré en casa de Parker y vi a los chicos esperar en la puerta de su despacho. – Ya era hora – dijo Chaz

— Cállate– murmuré – A saber qué querrá ahora.

— Creo que tiene que ver con lo que pasó con vuestras chicas – dijo Christian.

Junté mis labios en una fina línea. La puerta salió dejando ver a Jason, este nos hizo una seña para que entráramos y así lo hicimos.

— Chicos – dijo Parker con una sonrisa cínica. – Cuanto tiempo sin veros. – ninguno dijo nada, creo que era lo mejor. – Me he enterado que habéis eliminado a Jackson – dijo refiriéndose al jefe de los Skinhead – y a Kevin Sánchez, según he visto en las noticias. – dio una calada a su puro. – Se supone que deberíais de haberos deshecho de los cuerpos, no dejar que salga en la maldita televisión. Los policías están investigando, y dado que el padre de tu chica es policía, no tardaran en llegar a ti – me señaló – y luego a ti – señaló a Cody. – No puedo dejar que dos de mis hombres estén en prisión. Os tengo un vuelo reservado para España dentro de un día.

— ¿Qué? – dijimos Cody y yo a la vez.

— No voy a irme a ningún lado – dije.

— Yo tampoco – Cody cruzó los brazos.

— No os estoy preguntando si queréis ir o no, os estoy ordenando que vayáis, aparte, tenéis que resolver cosas allí. Deberíais de darme las gracias, os estoy librando de la cárcel – apreté mis puños a mis costados. – Jason, dales todo lo que necesitan – dijo Parker haciendo una seña.

Salimos del despacho y Jason nos dio una carpeta. – Aquí tenéis todo lo necesario, y está explicado lo que tenéis que hacer. Suerte. – asentí y salí de allí sin ni siquiera esperar a los chicos.

— ¡Maldita sea! – grité dándole una patada a la rueda del coche. – ¡Joder! – tiré la carpeta encima del capó y tiré de los extremos de mi pelo.

Esto no podía estar pasándome.

— Tranquilo, Jared – dijo Ryan

— ¿¡Cómo voy a estar tranquilo!? ¡No puedo irme a España! ¡No puedo dejar a Aria! ¡No otra vez! ¡Todo esto es una puta mierda! ¡No tengo vida Ryan! – desesperé. – No sé cómo voy a decirle que tengo que irme –pasé mi mano por mi rostro desesperado. – Voy a verla.

Me monté en el coche y manejé sin cuidado, todo esto se me estaba escapando de las manos. No podía ser posible, me sentía como si me estuvieran apretando el corazón y no pudiera hacer nada para evitarlo. Me sentía inútil. No podía dejarla, y menos cuando no tenía claro cuánto tiempo iba a estar fuera

Suspiré frustrado. Llegué al portal y cuando abrí subí las escaleras de dos en dos.

— Hola – dijo dejándome un lado para que pasara.

— Hola – murmuré.

— Al final mi madre viene mañana por la noche, creo que George me cae muy bien, tendremos más tiempo so...– besé sus labios cogiéndola de las mejillas.

Ella me correspondió al beso. La besé con dolor mientras que ella sujetaba mis manos.

— ¿Qué va mal? – susurró alejándose de mis labios.

En sus ojos había un poco de preocupación, no podía decirle todavía, es más, no era capaz de decírselo. Junté mi frente con la suya y la cogí de su cintura juntándola a mí. – Te necesito.

Acariciaba la espalda de Aria haciendo que se estremeciera. Estaba apoyado en un cojín y ella se encontraba apoyada en mi pecho mientras que tocaba con sus dedos mis abdominales. Había conseguido que confiara en mí de nuevo, le costó, pero venció a su mente y se rindió a mí. Tenerla desnuda junto a mí era un momento maravilloso. Bajé mis dedos acariciando hasta la parte baja de la espalda y ella soltó una risita.

1. Cree en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora