Después del Ritz

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Llevó la servilleta que había tenido sobre su regazo durante toda su estancia en aquel restaurante que tan a menudo visitaban, a sus labios para limpiar los pequeños resquicios de todo lo que había ingerido-

-Estaba delicioso- Dijo satisfecho el ángel- Muy muy rico- Sus mofletes relucían de un color rosado, como si se tratase de un niño pequeño al que le acababan de dar una piruleta de su sabor favorito- ¿Vamos a algún sitio ahora?- Se dirigió a su acompañante-

Crowley le había estado observando con una ligera pero imperceptible sonrisa que desapareció cuando este le sacó de su mundo interior

-¿Ahora dices?- Acababa de salir de su estado de embobamiento que había consistido prácticamente en observar como su amor platónico, presente desde hace milenios, disfrutaba de cada bocado de todos aquellos deliciosos platos que habían pedido. Era hermoso. 

Aunque una cosa es lo que sintiese él, y otra cosa es que lo supiese Azirafel. Era un demonio de naturaleza, pero al contrario que el resto de los de su estirpe, él no solo se dejaba llevar por sus emociones, si no que además, en ocasiones, las vivía con muchísima más intensidad que incluso el propio ángel. A pesar de ello, sabía disimular bien esa alta intensidad de vaivenes de distintos sentimientos, lo que evitaba muchas veces que saltase a la vista lo que realmente le estaba pasando internamente al pelirrojo.

Asintió mientras dejaba la servilleta sobre la mesa, tratando en todo momento de mancharla lo menos posible. Siempre había sido muy cuidadoso, prácticamente con todo para se exactos. El mayor acto de impulso que había tenido en toda su existencia había sido dar su espada flameante como un regalo bastante improvisado a aquellos dos que desobedecieron a su superiora. 

-¿Sigues teniendo alguna botella de Châteauneuf-du-Pape de las que estuvimos bebiendo hace unos años?- Preguntó intrigado, apoyando su cabeza ligeramente en su mano-

-Claro que sigo teniendo; perfecto para ocasiones especiales- Sugirió orgulloso mientras se ponía en pie. Su amigo no tardó en imitarle y seguirle-

Llegando a la librería de Azirafel

A cada paso se escuchaba un chapoteo sobre el suelo encharcado y no era realmente muy novedoso el que lo estuviese; más lo era que hiciese un sol de justicia, y mucho menos en pleno abril. 

Se aproximaron a la puerta del local, la cual estaba con las ventanas cubiertas por dentro por una especie de cortinas, las cuales estaban demasiado blancas para ser una librería tan antigua. El propietario de esta, sacó un manojo de llaves que tenía en su abrigo de colores claros, y sin gran dificultad, seleccionó la llave que pertenecía a aquella puerta de madera anciana, pero no por ello descuidada. 

Se adentraron en el establecimiento; allá donde mirase, era un bosque lleno de historias y ensayos pertenecientes a cualquier año que se le ocurriese a uno, y que cada uno de los cuales era capaz de transmitir todo tipo de información, y hasta toda clase de emociones y sentimientos como melancolía o júbilo. 

Dejó con gran cautela su gabardina en el perchero, revisando fugazmente la posible existencia de alguna mancha o imperfecto; gracias a Dios, no fue el caso. Finalmente se dio media vuelta y se dirigió a la mesa, la cual estaba algo desordenada, llena de papeles y un par de libros abiertos, no muy lejos de una pluma apoyada en el interior de su respectivo tintero. Bajo el mueble, sacó arrastrándola sobre el viejo parqué, una caja bastante antigua, llena de botellas repletas de vino. No estaban las 12 que harían falta para completar la caja, pero con las que había era suficiente para ellos dos. 

Mientras tanto, el procedente del infierno, se sentó en el sofá que estaba a escasos metros de donde se encontraba el anfitrión. No tardó en acomodarse y en quitarse las gafas que ocultaban sus ojos brillantes como el ámbar. 

La caja fue colocada entre el sofá en el que se había sentado y el sillón en el que se suele sentar Azirafel, el cual estaba justo en frente del mullido sofá

Se irguió y se apartó de las botellas para ir hasta un armario enterrado entre estanterías y libros, para abrirlo y sacar 2 copas limpias e impolutas, sin ni una pizca de polvo.

Le cedió una a Crowley y la otra la dejó sobre una pequeña mesita que había a su alcance. Tomó una botella, la descorchó, y finalmente, le sirvió primero a su invitado, y después a si mismo

- Por el mundo- Brindó el demonio-

-Por el mundo- Correspondió el ángel-





******Sacaré la siguiente parte lo antes posible





Tentación cumplidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora