Shamat |☆| Fate/ Grand Order: Babylonia [Gilgamesh]

|☆| IV

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- ¿Hablaste con el jefe de los Muskhenum sobre el pedido de camellos para Elam?- pregunto el rubio observando casi sin parpadear las tablillas en sus manos.

- Claro, pero lamentablemente me dijo que no los tendría a tiempo.- al escuchar sus palabras el rey frunció el seño y desvío la mirada hacia su asistente.

- ¿Cuál es la razón?- cuestionó intrigado.

- Por desgracia no me quiso decir, su majestad.

- Bien, iré a hablar personalmente con él que me diga la razón y espero que sea...- mientras hablaba se levantó de su trono y se dirigió a la salida para que lo interceptó la castaña.

- ¡Esperé!-dijo Siduri impidiéndole el paso -. No puede hacer eso. Tiene una junta con los sacerdotes en cinco minutos sobre la festividad del inicio de la primavera.

- Esos ancianos...- rodeó los ojos con solo recordar la última que se vio con ellos.

- No querrá hacerlos esperar como la última vez.

- Yo no tuve la culpa, ellos llegaron muy temprano-se excusó el semidiós-. Esta bien, mientras que esté con los sacerdotes tú ve a hablar con el jefe de los Muskhenum para que el pedido salga a tiempo, te doy mi consentimiento para que tomes cualquier decisión necesaria.

- Será fácil, no me tomara mucho tiempo-comento como si en realidad no fuera un problema grave -. ¿Después cuál será mi siguiente tarea?

-Hmmm... -pensó por un momento hasta que le llego una idea a la mente -. Dale una recorrido a Shamat por todo el palacio para que conozca el lugar, ha estado todo el día encerrada.

- ¿Disculpe? ¿Quién?- cuestionó, levantando una ceja.

- Shamat...-dijo como si fuera obvio, hasta que recordó que era el único que sabía hasta el momento -. Así se llama la señorita muda.

- ¿Cómo logró saber su nombre si no puede hablar?- pregunto con mucha curiosidad.

- Una larga historia, Siduri. En otra ocasión te lo contaré-dijo rápidamente desviando el tema, para después caminar hacia la salida -. Estaré con los ancianos.

- Está bien, su majestad.- no siguió insistiendo, dio una leve inclinación y se dirigió con el jefe de los Muskhenum.

Mientras Gilgamesh se la pasaba una hora entera conversando con los sacerdotes sobre el Akitu, el festival de inicios de la primavera. Una celebración muy importante en Mesopotamia, así que se tenían que preparar con antelación. Sin embargo, el rey no dejaba de pensar en la peliverde, aún que si eran sumamente idénticos había pequeñas diferencias entre su difunto amigo y ella, como el lunar aún lado de su ojo derecho o el sin fin de pecas en sus mejillas y naríz.