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— ¡Siduri! ¡Que dé comienzo la audiencia!

La masculina voz del semidiós se escuchó por todo el lugar, obviamente llegando a los oídos de su asistente, y asintiendo levemente con la cabeza. Haciendo una seña para que los guardias dejen pasar a los primeros campesinos los cuales iban acompañados de una vaca.

Aquí vamos de nuevo.

— Su queridísima excelencia, está mañana acaba de ocurrir una desgracia, el sinvergüenza de mi vecino— señala al hombre regordete a su lado— se atrevió a entrar a mi propiedad y robarte a mi querida Antonella, mi preciada vaca. La cuál ha estado conmigo por más de diez años, en las buenas y en las malas.

— ¡Sacrilegio! ¡Mentira!— exclamó el campesino enfurecido—. Está no es su querida Antonella, la semana pasada su esposa la hizo en caldo, si no me cree pregúntele, ¡Hasta me invitó a comer con ella!

— ¡Mi esposa jamás haría algo así con Antonella! ¡Ella...!— se exaltó el flacucho hasta que por un momento calló sorprendido — ¿Disculpa? ¿Qué mi esposa lo invito a qué...?

Así era la vida del gran héroe Gilgamesh, desde hace mucho tiempo había dejado atrás esa vida de aventuras y viajes, desde la muerte de su querido amigo Enkidu, todo había cambiado para él, se prometió así mismo jamás volver a perder a un ser querido, alguien que consideró parte de su familia, esa que nunca tuvo pero siempre quiso tener, el pueblo babilónico era su nueva familia.

— ¿Así que no solo se robó mi vaca si no que también se acostó con mi esposa?— el grito del hombre se escuchó fuertemente, su rabia se notaba a simple vista.

— ¡No se altere vecino! —le rogó sudando frío—. Ya le dije que no me robe su vaca. Y lo de su esposa, pues... Había algo más delicioso que el caldo en su casa.

Algo disfuncional pero lo era. Siguió escuchando la discusión de los campesinos que estaban a punto de comenzar una pelea, mientras que Siduri trataba de calmarlos pero era en vano.

Suspiro. Creía que era momento de intervenir. Se levantó de golpe y dio una orden que paralizó a todos en el salón.

— ¡Silencio!

— Su majestad...— hablo Siduri en un hilo de voz.

A pesar de trabajar para él muchos años, nunca se acostumbrara a su autoridad, a veces su sola presencia la intimidad pero era algo que jamás iba a confesar en frente suyo, sin embargo, no era solo ella si no también ambos babilónios que estaban a nada de comenzar una pelea, se separaron y solo se lanzaron miradas de odio.

— ¡Si los vuelvo a ver discutir en frente mío sus cabezas rodarán por el suelo! ¿Entendido?— los hombres simplemente se limitaron a asentir con la cabeza—. Y respecto a su vaca...

Y sin previo aviso se sintió un fuerte pero momentáneo temblor que paralizó a los presentes casi al mismo nivel que lo hacía la terrible mirada carmesí del semidiós, y haciendoles preguntarse que era lo que había pasado, incluyendo al mismo rey Gilgamesh.

— ¿Qué demonios...?

Pudo ver a lo lejos un leve resplandor en dirección a los muros frontales que se fue volviendo cada vez más tenue. Atrayendo la curiosidad del rubio, esté se dirigió a la entrada del palacio donde lo seguía a solo unos metros su asistente, Siduri.

— ¡Su excelencia!

Un par de guardas de la muralla norte iban subiendo las escaleras del templo, se notaban cansados pero no por eso disminuían el paso. El mandatario los miro con el ceño fruncido esperando una respuesta.

— ¿Qué es lo que acaba de suceder?— la voz de la castaño se escuchó detrás suyo.

— ¡Un Ángel acaba de aparecer en el río Éufrates! — grito exaltado el más alto de ellos.

— ¡No es un ángel! ¡Es una Diosa!— las palabras del segundo guardia lo pusieron alerta.

— ¿Con qué una Diosa, eh?— murmuró el rubio con suma curiosidad.

Y con su poder divino, en un abrir y cerrar de ojos Gilgamesh y Siduri aparecieron en la parte superior de la muralla norte. Desde lo alto observaban una extensa imagen de lo que era el río Éufrates, dónde había aparecido la supuesta Diosa.

Pudo notar un grupo de pesqueros rodear un cuerpo que se encontraba en el agua, y fue allí cuando su corazón se detuvo por un instante y su mirada se nublo, un escalofríos recorrió toda su columna vertebral. No podía creer lo que estaba viendo.

— ¿Enkidu...?

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Shamat |☆| Fate/ Grand Order: Babylonia [Gilgamesh]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora