Despedida 2da parte

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By Naomi

Cuando entré nuevamente en la cocina, Arturo ya había recogido los pedazos de cristal que habían quedado en el suelo cuando explotó el vaso.

Yo había dedicado unos minutos a tranquilizarme, al darme cuenta de que si de verdad le había hecho eso a Adam sería capaz de llegar a lo mismo conmigo.
Al verme reparó en mis ojos rojizos y mi mirada perdida:

— ¿Haz estado llorando?

— Sí...es que recordé varias cosas— Me causaba dolor tener que hablarle— Adam era un chico tan decidido, había tantas cosas que deseaba hacer. Recuerdo que nos quedábamos hasta tarde conversando sobre sus planes para después de la universidad. No entiendo como algo así pudo pasar solo por haber terminado la relación con su novia.

— No fue solo eso Naomi— dijo evidentemente nervioso por el hecho de que sacara el tema— A esa edad los jóvenes atraviesan mucho estrés e incluso cosas pequeñas pueden alterarlos, quizás él estuvo demasiado tiempo bajo mucha presión y jamás nos dimos cuenta.

— Puede ser.

Quería matarlo, hablaba tratando de que yo pensara que tenía parte de culpa cuando era él quien lo había provocado todo. Reprimiendo mi cólera me situé justo en frente de él con los brazos en jarras.

— Por cierto, ¿que estaban haciendo tú y Hugo el día en que Adam murió?

— ¿A qué viene esa pregunta ahora— me preguntó.

— A nada, es que ese día estaba muy afectada y ni escuche lo que me decías, así que me entró la curiosidad.

— Lo ayude con un proyecto que tenía que terminar y luego fuimos a su casa a tomar unas copas.

— Mentiroso.... — susurré mirándolo fijamente a los ojos.

— ¿Perdón? — pregunto el intrigado.

Ya me había cansado de fingir, él era un cínico y un malnacido. No me importaba lo que fuese capaz de hacerme así que lo agarre por el cuello de la camisa y lo acerqué hasta que su cara estuvo a unos pocos centímetros de la mía.

— ¡Eres un mentiroso y un hijo de puta!¡¿No te cansas de mentirme a la cara?!Se perfectamente que asesinaste a mi hijo, a mi niño...y ahora planeabas hacer lo mismo conmigo— dije mientras las lágrimas caían libremente por mi rostro— ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿POR QUÉ?!

Su rostro se puso rojo de ira y me empujó. En ese momento me dí cuenta de que me despreciaba y había logrado disimularlo muy bien durante tanto tiempo, pero ahora por fin se le caía la máscara y mostraba su verdadero ser.

— ¡¿Qué yo soy un hijo de puta?! Mira quien habla. Si tú fuiste la que me engaño hace ya más de 19 años y jamás dijiste nada.¡¡Maté a Adam por ser un bastardo y contigo haré lo mismo por ser una cabrona!!

Mientras decía todo esto cogió un cuchillo de la encimera y se fue acercando con paso amenazador. Yo retrocedí temblando hasta que mis manos se encontraron con la mesa del comedor.

—Eso fue un error— respondí entrecortadamente— Sucedió en la etapa en que nos habíamos peleado y jamás te conté para no hacerte daño, pero eso... eso no te daba derecho a hacerle nada a Adam, él no tenía la culpa.

— Pues me enteré y poco me importa quién tiene la culpa o haber criado a ese muchacho, lo mande al otro mundo que era lo que se merecía y lo mismo voy a hacer contigo ¡¡¡MALDITA ZORRA!!!

Levantóel brazo alzando el cuchillo y justo cuando pensaba atravesarme el pecho con élsu mano se torció de una forma dolorosa.

— ¡¡¡Aaahhhhhh!!!

Su cara se tornó en una mueca de dolor y el cuchillo cayó al suelo con unrepiqueteo. Yo aproveché el momento para agarrar el búcaro que adornaba elcentro de la mesa y golpearlo fuertemente en la cabeza.

Arturo cayó al suelo quedando inconsciente, yo no pude evitar preguntarme quédemonios había sido eso que le había pasado en el brazo, antes de derrumbarme yempezar a llorar desconsoladamente...

By Adam

Toda la calle estaba llena de patrullas de policía y dos oficiales acababan deescoltar a Arturo dentro del coche para conducirlo a la estación. Había perdidoel control y no paraba de gritar gilipolleces.

Mi mamá se encontraba sentada en una ambulancia con una manta rodeándole loshombros mientras hablaba con uno de los policías.
Me alegraba de haber llegado a tiempo para impedir que algo malo le sucediera.
Sentí que alguien me revolvía el cabello y me encontré con la persona queesperaba.

— ¿Listo?— me preguntó el hombre del cementerio.

— Solo déjame despedirme.

Me acerqué a donde estaba mi madre y le acaricie el rostro a pesar de que ellano podía sentirlo. Me quede unos segundos viendo a la persona que más amaba eneste mundo, porque ahora que tenía que irme quería recordar cada pequeño rasgode ella, lo hermosa que era y todo el cariño y amor que me había dado durantemi corta vida...

Sonreí al ver que ponía una mirada interrogativa en su rostro, quizás no podíaverme o sentirme, pero me notaba, estaba seguro de ello, en el fondo de su corazónella sabía que yo estaba allí...diciéndole adiós por última vez...

•••

Estaba enfrente de una de las estatuas del cementerio. Era una que tenía formade mujer con unas hermosas alas de ángel extendidas. Era una estatua antigua ydesgastada, pero aun así se conservaba bella y no podía evitar observarla.

— Acércate a la estatua— me dijo el hombre.

Me acerqué poco a poco sintiéndome atraído por alguna especie de fuerza.

De un momento a otro la estatua comenzó a brillar intensamente, iluminando laoscuridad de la noche. El brillo era tan fuerte y claro que daba la impresiónde que las alas del ángel se extendían, y era exactamente eso lo que estabasucediendo.

Cuando me di cuenta de que ya había llegado mi hora me gire hacia el hombre yle dije:

— Al final nunca me dijiste tu nombre, no me puedo ir con esa duda.

El viejo sonrió y me contesto:

— Me llamo Edward,significa guardián.

Me giré nuevamente hacia la estatua y sentí como las alas del ángel y la luz meenvolvían, cerré los ojos y me deje guiar hacia ese nuevo y desconocido mundoque me esperaba....

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