¿Te lo esperabas? || Luzuplay

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"Adore you"

La noche ya inundaba el pequeño pueblo y desde la mansión de Vegetta el frío se sentía más fuerte, así que la gripa de Luzu empezó a hacerse notar. La mayoría lo ignoro ya que el vinito barato ya estaba en sus cerebros.

Pero una mina puesta por Luzu, gracias a un tonto error, detuvo todo e hizo que Vegetta por fin estallara su enojo. La borrachera de sus amigos de inmediato bajo, todos sabían que con Samuel nadie se podía meter.

—bueno, creo que ya me voy.. —murmuro Luzu caminando hacia la puerta sintiéndose mal por causarle terrible molestia a uno de sus mejores amigos— ya tengo demasiado moco en mi nariz y mi cerebro.

—si si —hablo Auron quien ya estaba parado frente a la salida— ¿Vegetta, nos puedes abrir la puerta?

—con mucho gusto, compañero —respondió de inmediato dirigiéndose a dónde ambos chicos estaban y al verlos juntos no pudo evitar sonreír con picardía— ojalá hubiera puesto un muérdago justo aquí.

Las mejillas del psicólogo y del alcalde de Karmaland se pusieron rojas y empezaron a reír para ocultar los nervios que su amigo morado ya había notado.

—mejor cuida a él Rubius que ya está con Mangel —Raul hablo dándole unas palmaditas en su hombro.

Samuel de inmediato busco a ambos chicos y si, los exnovios estaban juntos mientras que Lolito vomitaba sobre sus gallinas. Su enojo aumentaba cada vez más.

—¡Feliz año nuevo! —grito Borja saliendo de la casa detrás de Auron.

Sus casas quedaban una a lado de otra así que sin poder evitarlo uno iba detrás del otro sin ni siquiera pronunciar una palabra. Antes eran cercanos pero ahora se habían distanciado un poco.

Pero un estornudo de Luzu hizo que Raúl se acercará más a él. —¿Sigues con gripa?

—si.. creo que debí de quedarme en casa, el vinito no ayudará en nada —se quejo el de cabello castaño viendolo de reojo.

Él menor guardo silencio intentando buscar las palabras adecuadas para decir lo siguiente.

—si quieres te acompaño a casa.. —bajo su vista— me queda de paso y no me molestaría para nada.

Una parte de él lo hacía porque su amigo lo había ayudado más que los demás y otra pequeña parte solo porque quería estar más tiempo con él.

—¡Claro! —sin poder evitarlo sonrió de oreja a oreja.

Entre una pequeña charla sobre la tregua que habían hecho y lo que iban a hacer después de ella, llegaron al interior de la casa del futuro alcalde.

Y lo primero que noto el psicólogo fue el muérdago que colgaba en la entrada, por lo que no se movió del lugar incluso cuando Luzu lo intento jalar hacia la sala.

—me gustan mucho esas tradiciones del arbolito y.. el muérdago —empezo y entonces Borja entendió lo que estaba pasando.

—solo son tontas tradiciones —respondió lleno de nervios.

Una vez más, el castaño iba a jalar a su amigo lejos de la entrada pero Auron fue el que tomo con firmeza la mano del otro impidiendo que se moviera.

Respetaba las tradiciones, las amaba mejor dicho y Luzu era uno de sus amigos cercanos. Solo sería un pequeño beso que seguro no recordarían ya que el vinito seguía en su cuerpo.

Así que solo se acercó unos centímetros más hasta poder sentir la respiración de su amigo en la frente. Borja era más alto que él por unos centímetros. Estaba a punto de hacerlo, ¿Que podía impedirlo?

—estas enfermo —susurro Raúl abriendo sus ojos lentamente— no quiero estar acostado en mi cama por el resto de mi vida.

Luzu estallo en risa mientras se separaba y cerraba la puerta por completo. —claro, Vegetta me recordó las precauciones.. ¿Cómo no lo pude recordar?

—¿Vegetta? —se tumbó en el sillón viendo como el dueño de la casa acomodaba algunas cosas en sus cofres.

—sip.. me ayudó mucho estos días.

—¿Por eso no fuiste a visitarme?

El castaño solo rodo los ojos y tomo asiento junto a él quedándose perdido en la mirada de Auron. Definitivamente no le podía decir la verdadera razón.

—si, necesitaba mi ayuda así que.. —se encogió de hombros— pero ahora estoy para ti.

Raul se removió incómodo en el sillón. —solo para mí —alzo una ceja y le dió una leve palmada en su espalda para dar por terminada la conversación.

En el resto de la noche tomaron un poco más de vinito mientras jugaban un juego al azar sin decir ni una sola palabra.

Habían pasado la noche juntos, durmiendo en el mismo sillón abrasados por el gran frío que inundaba al pequeño pueblo de Karmaland.

Pero nadie se había dado cuenta, estaban demasiado ocupados investigando quien le había puesto la mina a Vegetta como para darse cuenta de lo que pasaba entre ambos habitantes.