Marcos no pudo sacarse de la cabeza aquel momento, durante varias noches, revivía una y otra vez, el instante en que esos labios cálidos hicieron contacto con su piel. Era evidente que algo le había pasado, su papá se había dado cuenta, el mismo día que llegó de la universidad, justo después de conocerla.
Su entusiasmo poco común, alegraba a todos a su alrededor, se marchaba contento todos los días, con la esperanza de toparsela en el mismo lugar, su humor no cambiaba a pesar de que aquel esperado encuentro, no sucedía. Nestor, su chófer, estaba encantado con el cambio del muchacho, desde que había comenzado a trabajar para la familia, se había encariñado con el hijo mayor de los señores.
Su condición de ceguera no tuvo nada que ver, con el cariño autentico que le profesaba, fue la nobleza de Marcos, su preocupación por los demás, y la sencillez con la que se manejaba, lo que lo hacían admirarlo, además de apreciarlo. Esa mañana lo encontró más sonriente que nunca, lo observó por le espejo retrovisor, mientras esperaba que el tráfico los dejara avanzar.
—¿Pasa algo? —Preguntó al darse cuenta que estaban detenidos.
—Hay mucho tráfico esta mañana. Pero ya están avanzando.
—Ojalá no tardemos.
Había despertado con una sola idea en mente, buscarla. Estaba decidido, no pensaba desistir, en su mente todo estaba planeado, solo deseaba que las cosas salieran a como quería; Nestor estacionó el auto, en el sitio que le habían designado, como siempre Marcos no esperó a que abriera la puerta, salió por su propia cuenta, mostrando lo desesperado que estaba, por tener algo de independencia.
—Marcos, espera. Te voy a acompañar.
—No, estaré bien no te preocupes, tomaré el camino que ya conozco.
Expandió el bastón que puso con seguridad sobre el piso, y avanzó con pasos cortos. Apoyado en la carrocería del auto, Nestor solo observaba como se adentraba al camino rodeado de pequeños arbustos, frunció el ceño al ver que no subía los cortos escalones que lo llevaban a la entrada del recinto, donde recibía clases, en lugar de eso, giró a la derecha, buscando la cafetería.
Marcos podía sentir el calor del sol en su piel, esperaba que no fuera tarde, que la suerte estuviera de su lado, y ese encuentro anhelado, ocurriera. Se sentó sobre la banca, recordando el sonido de su voz, puso atención al ruido a su alrededor, afinando el oído, con la esperanza de escucharla hablar. Los minutos transcurrían con lentitud sin que nada realmente interesante ocurriera.
En el aire se mezclaron diferentes aromas, y unas cuantas voces sonaban casi a la vez, un grupo de chicas pasaron frente a él, ninguna era ella, el adictivo olor de su perfume no flotaba en el aire. Decepcionado buscó el bastón el suelo, esa mañana tampoco sería, al no encontrarlo, se movió sobre la banca para que su mano tuviera más alcance, pero aquello no sirvió de nada, por más que alargara el brazo, no tocaba su bastón.
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Todo sucedió en la oscuridad
Short StoryA Marcos le cambió la vida, la tarde en la que ella se sentó a su lado, en medio de encuentros casuales y buscados, surge un amor dulce y puro, que transforma la manera en la que mira el mundo. Todo esto sucedió en la oscuridad.