Parte Cinco

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Sandra había leído mucho acerca del amor, incluso escrito, pero nada la preparó para lo que estaba viviendo

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Sandra había leído mucho acerca del amor, incluso escrito, pero nada la preparó para lo que estaba viviendo. La intensidad de aquel sentimiento sacudió su existencia, todo se miraba distinto, la alegría se prolongaba, la tristeza era más soportable. Experimentaba una plenitud que proyectaba en su sonrisa, en su semblante, hasta en la forma que se expresaba.

Con el paso de los meses su relación con Marcos había evolucionado paulatinamente, lo que comenzó como una amistad se transformó en su primera relación formal. Aunque para ella las cosas sucedían demasiado lento, para Marcos era perfecto; el joven risueño siguiendo sus instintos optó por un cortejo largo. Marcos quería vivir todo lo que se había perdido, le gustó invitarla a citas por las tardes, llevarla al cine en la noche, cenar juntos en distintos lugares, acompañarla hasta la puerta de su casa y despedirse con un largo beso.

Se encontraba fascinado con todo aquello, absorto en todo lo que despertaba la bonita y divertida Sandy. Deseoso de que las cosas siguieran por ese buen camino, aunque también con ciertos temores que nacían de su inexperiencia y que Sandra intentaba borrar con todo el cariño y seguridad que le ofrecía.

Esa mañana Marcos había amanecido nervioso, tenía una idea fija en la mente que le robaba el sueño, sin poder hablar realmente con alguien de lo que experimentaba, no lo quedó más remedio que ahogarse en sus dudas. Lamentaba no sentir confianza con ninguno de sus amigos, esos que se hicieron cercanos a él apenas recuperó la visión, también le molestaba no tener el valor para tocar ese tipo de temas con su papá, era la cosa más incomoda con la que había tenido que lidiar.

A su edad se suponía que llevar más allá su relación, debía ser lo más normal del mundo, satisfacer lo que claramente era el deseo de ambos no tendría que generar tantas preocupaciones; la realidad de Marcos era distinta, su temor a proceder no solo se obedecía a su falta de experiencia, el no sentirse un muchacho normal era lo que complicaba más todo.

Disminuyó la velocidad al entrar a la casa de su novia, recorrió el trayecto hasta la entrada principal observando el jardín bien cuidado, apenas se estacionó miró a su novia acercarse al auto, abrió la puerta y entró antes que él tuviera tiempo de quitarse el cinturón.

—Hola mi amor —Sandy sin perder tiempo se acomodó sobre sus piernas para ofrecerle un beso.

Aquel tipo de acercamientos eran tortuosos para Marcos, que no podía controlar las reacciones de su cuerpo ante aquellos roces estimulantes. Aunque alguna que otra vez había cedido a sus impulsos, estaba decidido a no dejarse llevar porque hacerlo terminaba siendo dolorosa, la necesidad de desfogar aquellas ganas que solo crecían con el paso de los días era asfixiante.

—Sandy basta —pidió tenso.

—¿Qué? —Respondió ella sonriendo sobre sus labios.

Sandra sabía exactamente lo que sucedía, podía sentirlo justo en sus muslos. Ella se encontraba encantada con esa situación, en donde ponía en aprietos al pobre chico sin imaginarse lo difícil que estaba siendo para él sobrellevar lo que sentía. Tenía meses jugando aquel juego, besándolo con un poco más de audacia, acariciándolo en zonas que lo estimulaban, susurrándole al oído con malicia lo mucho que le gustaba que la besara. Aunque había logrado que ambos se tocaran un poco más de la cuenta, no podía hacerlo soltarse del todo, aquello se estaba convirtiendo en un desafío.

Todo sucedió en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora