Parte Tres

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Marcos había llegado demasiado temprano, los nervios provocaron que saliera de casa, antes de tiempo

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Marcos había llegado demasiado temprano, los nervios provocaron que saliera de casa, antes de tiempo. Sentado en la misma banca de siempre, aguardaba impaciente por Sandy. Todo lo que había hecho durante las dos últimas semanas, era pensar en esa cita, que lo tenía tan ansioso. Sonrió al escuchar la última nota de voz que había recibido, Sandy sonaba animada mientras le informaba que estaba a punto de salir de clases. Respiró profundo al mismo tiempo que apretaba el botón en su reloj, faltaban diez minutos, que se sentían como una eternidad.

En el tiempo transcurrido desde su último encuentro, intercambiaron tantas llamadas y mensajes, que sentían conocerse de mucho tiempo atrás, por primera vez en su vida, Marcos se sentía un chico normal, Sandy no lo trataba diferente por ser ciego, ella parecía realmente congeniar con él, por su personalidad.

El olor de su perfume provocó una sensación extraña en su estómago, la misma sensación que había experimentado, la última vez que la vio, nervioso se puso de pie, sonriendo al percibir el olor más cerca, añorando que ella también se alegrara de verlo de nuevo.

—Eres muy puntual, seguro le agradarías a mi hermano.

El sonido de su voz, le aceleró el pulso, esperó sin moverse a que ella acortara un poco más la distancia, deseando lo saludara con un beso, para su sorpresa, Sandy se acercó más de lo que imaginó, sus brazos rodearon su cuello, su pecho se pegó al suyo, nunca había tenido a una chica tan cerca, se sintió embriagado por su adictivo olor, necesitado del calor que le transmitía su cuerpo.

Inseguro, la rodeó con los brazos, no sabía si era apropiado la forma en la que la sujetaba, pero tampoco lo pensó demasiado, se dedicó a disfrutar de esos breves segundos, Sandy fue la primera en romper aquel contacto, acercó los labios a su mejilla derecha, para darle un beso que lo dejó muy sonriente.

—No soy puntual, solo estaba ansioso por reunirme contigo.

—¿Y bien, dónde me vas a llevar?

No quería que Marcos se diera cuenta que estaba apresurada, se sentía realmente mal al notar su entusiasmo, que contrastaba con su estado de ánimo. Fernando había escogido el peor de los días para discutir con ella, su día había sido arruinado desde temprano, no tenía ganas de pasear por ahí, sus ojos aún estaban rojos por todo lo que había llorado encerrada en el baño,

—¿Estás bien? —Marcos alargó la mano, deseando tocarla, Sandy acercó su brazo para permitir así, ese contacto—. Suenas triste.

—Estoy bien —mintió ella—. ¿Cual es el plan?

Marcos se quedó callado, había hecho demasiados planes, pero ninguno le parecía el adecuado, no quería pensar en sus limitaciones pero en ese momento era inevitable, le habría gustado proponerle algo novedoso, que la dejara impresionada, y con más ganas de pasar tiempo con él.

Todo sucedió en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora