Mara Jade ▷Luke Skywalker

ᴍɪsɪᴏ́ɴ

⌠Yᴏᴜ ᴡɪʟʟ ᴋɪʟʟ Lᴜᴋᴇ Sᴋʏᴡᴀʟᴋᴇʀ⌡

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Lo escuchaba, no solo dentro de su mente, en todo su ser. Sentía como la ira y el odio se apoderaban de ella. La frase que escuchaba una y otra vez le provocaba un escalofrío infernal, lo que antes consideraba un privilegio se había convertido en una condena; escuchar a Palpatine dia y noche proclamar lo que serían sus últimas palabras dirigidas a su joven aprendiz, entonces ella cumpliría su voluntad a cualquier costo.

«Mataré a Luke Skywalker»

Ya no era una misión, ahora era el propósito de que ella siguiera con vida.

Su odio hacia Skywalker, por destruir a su maestro, le quemaba por dentro y juró matar al Jedi. Mara no tenía ni idea que la orden telepática del Emperador era el centro de esta ira y que hacÍa su deseo de venganza mucho mas fuerte de lo normal.

Mientras tanto, su vida era un desastre: todos los recursos que había tenido a su disposición dependían del Imperio y su vida de lujo y privilegios se había agotado. Sus habilidades en la Fuerza se fueron deteriorando, regresando en incontrolables ráfagas en los peores momentos. Sobrevivía a duras penas, le había sido arrebatado todo lo que conocía y aunque Vader se había revelado contra el emperador, no era nada parecido a lo que ella tanto imaginaba.

Sorprendentemente, una emboscada en Veronat le daría un golpe de buena suerte cuando logro rescatar al contrabandista Talon Karrde, la cuál le costó la vida a su segundo al mando. Mara tuvo la oportunidad de salvarlo, pero no lo hizo, pues sabía que tal vez eso le haría ver a Karrde la necesidad de encontrar a alguien para el puesto vacante tras el deceso de su aliado; y tal como planeó así fue, Karrde no dudo en darle el puesto.

De ser una mano del emperador, llegó a convertirse en una contrabandista por tiempo imparcial. Una segunda al mando bastante efectiva.
Aunque su vida tomara un rumbo distinto, ella siguió siendo la misma. Sus sentimientos de odio no habían desistido y a pesar de que eso fuera lo que quisiese, la voz en su cabeza no la dejaría tranquila.

Una plenitud falsa, una felicidad nula, paz inexistente. No ganaría nada más que respeto y dinero en la posición que se encontraba ¿Pero que más desearía? Tenía todo lo que un contrabandista deseaba. Quizá por qué ella no era una contrabandista. Era una asesina, la asesina y aprendiz de Darth Sidius. No cualquier sangre derramada podría saciar su sed, no descansaría hasta haber derramado la sangre del último Jedi.

Pero la fuerza es poderosa y podía reunir hasta los destinos más lejanos.

—Llegas tarde —se atrevió a recriminarle Karrde.

—Traje lo que querías ¿No? —contestó la pelirroja, dejando la paga sobre la superficie en la que trabajaba Talon.

—Esta mediocridad no es nada con lo que me ofrecen ahora —comentó mostrándole la cantidad de dinero en la pantalla que el hombre no dejaba de mirar—. Esto nos libraría del trabajo por meses.

—¿Qué clase de mercancía podría ser tan valiosa para valer semejante cantidad? —dijo incrédula, mirando con sorpresa los números que sus ojos veían.

—No qué, mi querida Mara... Si no, quién.

—¿Ahora eres un caza recompensas? —preguntó sentándose a su lado, le interesaba saber a lo que se refería, pero siempre se mostraba ante él de una manera relajada e incluso con descaro.

—También lo harías si se te presentara una oportunidad tan jugosa. Tan fácil como eso, mis hombres lo han interceptado y ahora lo llevan preso a nuestra base en Myrkr —le siguió el juego como a veces lo hacia, como una competencia constante de quien era mas astuto, disimulando la altanería.

—Detesto Myrkr —comentó Mara y con mucha razón, pues los ysalmiri, nativos de ese planeta, interferían con la habilidad del uso de la fuerza. Pero eso Talon no lo sabía.

—Es necesario si queremos mantener a nuestro huésped en custodia.

—¿De quién se trata? —preguntó curiosa, pero sin perder el tono de seriedad, mientras se ponía de pie para dar un paseo por la habitación.

—Skywalker... —un escalofrío recorrió su cuerpo, su mente revivía recuerdos que relacionaba con ese nombre tan maldito. Karrde soltó una risa cínica, como si supiera la repercusión que causaba en ella— Así que conoces ese nombre.

—Todos saben quién es Skywalker —dijo ella, tajante. Ahora tenia sentido por que lo iba a custodiar en aquel planeta.

—¿Crees que la estupidez y la ignorancia me ciegan? Tu guardas tantos secretos como todos aquí —La mujer se puso de espaldas ignorando los comentarios de su líder—, ¿O piensas acaso que ese sable de luz violeta ha pasado desapercibido? —después de lo mencionado, ella no pudo evitar sujetar discretamente su sable que portaba en la cintura.

Ella no dijo nada.

—No me importa tu pasado, ni tu relación con Skywalker, pero no dejes que este interfiera con tu deber ¿Has oído? —más que un consejo, parecía una amenaza. Solo asintió con la cabeza, acompañado con un semblante enfurecido—. Te quiero en Myrkr al amanecer, no hay excusas, Mara Jade.

Refunfuñó sin poder contradecirlo si quiera. Al mencionar su nombre completo podía analizar la seriedad de la conversación. Sin embargo tenía cosas más importantes que pensar, pues después de tanto tiempo estaría cara a cara con Luke Skywalker.