Ignoraba qué sucedería en el futuro, pero de momento quería comenzar a hacer cosas para mejorar la Familia.
Como lograr que fueran autosuficientes; tenía que aumentar su solvencia económica... la ganadería tradicional no dejaba grandes márgenes para vivir bien.
Aunque no sería fácil, sobre todo teniendo en cuenta las... características de su Familia.
Pasó la noche conduciendo mientras intentaba idear alguna forma de mejorar las cosas, sin encontrar soluciones que se ajustaran a su escaso presupuesto. A no ser que se dedicara a reunir a toda la Familia y los pusiese a trabajar sin cobrar nada... aún así dudaba que pudiese pagar la comida de tanta gente durante el tiempo que estuviesen arando, sembrando y reparando edificios y cercas.
Su mente lidiaba con proyectos imaginarios que no tardaban en evaporarse durante el camino de vuelta. Para cuando llegó al pueblo los comercios comenzaban a abrir. Avanzó despacio por las empedradas calles, las viejas casas parecían mantenerse en pie por pura fuerza de voluntad, proyectando sombras sobre su vehículo blanco. Era un viejo todoterreno que su hermana había arreglado y que Dácil se había apropiado después de vender su Audi para poder pagar la incineración de Mar tras su fallecimiento.
Miró a su alrededor, mientras avanzaba despacio por la irregular calle, sorteando los grandes agujeros que las lluvias del invierno habían socavado en el pavimento, secuestrando piedras y argamasa. Al pueblo también le estaba yendo mal, la agricultura no daba mucho dinero, a pesar de las subvenciones de la Unión Europea. Pero era incapaz de sentir lástima por ellos.
Mientras avanzaba observaba las puertas de madera, muchas ajadas por el sol; todas adornadas con una cruz de mayor o menor tamaño sobre el marco de la puerta. Algunas estaban labradas en la roca, otras eran de madera, en ocasiones eran de bronce, con diseños tan variados como personas vivían bajo su protección. Se detuvo frente a la tienda principal del pueblo y sonrió: la pequeña cruz de hierro estaba muy oxidada y el clavo superior que la mantenía sujeta a la pared había terminado por ceder ante el clima, liberando la parte alta de la cruz... la gravedad había ayudado y ahora pendía invertida por encima del marco de la puerta.
Bajó del coche y entró en la tienda con paso lento y deliberado, luciendo una amplia y lobuna sonrisa. Los tenderos, así como las dos ancianas que estaban comprando bien de mañana callaron sorprendidos al verla entrar. Con gesto premeditado, se acercó al mostrador y miró seductora por encima de sus gafas de sol al tendero. No dudó en escoger el tema que más problemas había causado pocos meses atrás:
—Buenos días, me preguntaba si tendría un par de kilos de harina a la venta.
El tendero frunció el entrecejo mientras el color de su rostro comenzaba a ascender hasta el rojo, para responder malhumorado:
—No hay nada para ti y los tuyos en esta tienda. —Dácil observó tras él múltiples paquetes de harina, de una marca conocida, perfectamente a la vista.
—¿No? Bueno, qué lástima. Los últimos sacos que compramos no estaban en buen estado. —Esperó ver algún tipo de reacción en el tendero, que meses atrás había vendido varios sacos de harina contaminada de producción local a su tío Andrés, que los había comprado para la Familia. No tardaron en percatarse de que no sólo la harina había sido contaminada, sino que toda la cosecha de la zona había sido afectada por el cornezuelo1. En el pueblo, nadie aquel año había consumido su propio cereal, habían tenido que recurrir a las harinas de marcas comerciales. Por supuesto, habían decidido que para la familia Lobera, aquella harina era buena. Ellos, por no ser lo suficientemente desconfiados, habían caído en la estafa. Dácil se había prometido a sí misma tomarse la revancha por esa vez: aún recordaba la mala noche que les hizo pasar a todos los que probaron las torrijas que se hicieron con aquella harina. Persecución nocturna incluida.
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Matriarcado (Tríada, primera parte)
General FictionTras el fallecimiento de su abuela, Dácil abandona su trabajo y sus sueños para consagrarse a la ganadería familiar en un intento de mejorar la precaria situación económica de los Lobera. En las cordilleras norteñas los pueblos rebosan de prejuicios...