A la mañana siguiente, los tres futbolistas se despertaron a muy temprana hora del día y, una vez listos, bajaron a desayunar pues tenían planeado caminar hasta el pueblo para buscar el taller del mecánico que en estos momentos ya debería tener en su poder el automóvil de Wakabayashi, esperando que además también tuviera un veredicto del auto y que pudiera dar una hora de cuándo estaría listo. Los hermanos Shanks, quienes a esas horas ya se hallaban bastante atareados y con una larga lista de pendientes por realizar antes de la llegada del resto de los huéspedes que pasarían las festividades en el lugar, al ver bajar a los jóvenes por las escaleras les saludaron alegremente.
— ¡Buenos días! —comentó Leo— Espero que hayan descansado bien.
— Sí, gracias —respondió Karl, escuetamente.
— ¿Y ustedes qué tal? —preguntó a su vez Erika a Gino y a Genzo—. ¿No pasaron frío?
— No, para nada —respondió de inmediato Gino, dándole una efusiva sonrisa a la joven—. Es un lugar muy reconfortante y cálido, además, las camas son muy cómodas —agregó, mirando a Genzo con diversión ante la mirada de reproche de éste pues a él le había tocado perder el volado por la cama y tuvo que dormir en el sofá.
— No me quejo, el sofá también es bastante cómodo —comentó a su vez Genzo— Aunque esta noche habrá un nuevo volado por las camas, ¡no pienso dormir todos los días en el sofá!
— Lo que sí debo decir es que tengo por compañeros de habitación a un enorme oso que ronca que da miedo y a un Emperador que tarda miles de horas en ducharse y en arreglarse —dijo de pronto Hernández.
— ¡Yo no ronco! —se defendió de inmediato Genzo, molesto.
— ¡Y yo no me tardo en el baño! —gruñó a su vez Karl, ocasionándole una ligera risilla de burla a Elieth, quien después intentó mal disimularla como si fuera un ataque de tos.
— Lo siento —se disculpó la joven, fingiendo demencia ante la fría mirada de Karl.
Después del desayuno, los futbolistas finalmente se encaminaron al pueblo en busca de la dirección que Leo les había proporcionado y que sería el taller de su amigo; al llegar al mencionado lugar y preguntar por el mecánico, se encontraron con un hombre de edad avanzada quien salió limpiándose la grasa de las manos para atender a los jóvenes que contrastaban enormemente con los habitantes del lugar. Genzo de inmediato se identificó como el propietario del BMW e ingenuamente preguntó que cuántas horas le llevaría al hombre el tener listo el vehículo.
— Lo siento pero no hay mucho que pueda hacer por ustedes en este momento —comentó el hombre, encaminándose al interior del taller mientras era seguido por los futbolistas.
— ¿Por qué? —cuestionó Genzo, sin comprender—. ¿Es que aún no revisa el vehículo?
— No, sí ya lo hice y sé perfectamente bien lo que le pasa —respondió el mecánico con mucha tranquilidad—. Lo digo porque no podré hacer nada para reparar un auto tan lujoso como el suyo antes de Navidad— se explicó el hombre—. Las partes que necesito para arreglarlo no llegarán pronto pues a pesar de haberlas pedido esta misma mañana, deben traerlas desde la ciudad y no creo que lleguen antes de las fiestas.
— ¿Qué? —exclamó Genzo, sin creérselo— ¿Y no hay otra manera más rápida de conseguirlas?
— La única manera sería ir a comprarlas directamente a la tienda principal pero yo no puedo hacerlo, por eso es que me las suelen traer, pero con este clima las entregas se retrasan mucho.
Los jóvenes no podían creer lo que les estaba sucediendo ni que tuvieran tan mala suerte, parecía como si ellos se encontraran dentro de un mal guion de alguna historia navideña o quizás se trataba de una mala broma que les estaban jugando, no, mejor aún, quizás era sólo que el destino quería que ellos se quedaran varados en medio de la nada durante más tiempo del que esperaban por alguna extraña y misteriosa razón que no llegaban a comprender, pero lo cierto es que ellos simplemente no sabían bien qué hacer por lo que prefirieron despedirse del mecánico, quedando en regresar al taller más tarde a ver si de casualidad había alguna buena noticia.
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A Christmas Tale
Любовные романыUnas vacaciones invernales con un inesperado giro llevaran a Karl Heinz Schneider, Genzo Wakabayashi y a Gino Hernández a replantearse cuál es el verdadero significado de la Navidad. Ésta es una típica historia navideña la cual podría o no contener...