Decimoctavo intento

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- ¿A qué le tienes miedo? - Preguntó Butch, jugando con los lapiceros regados sobre el escritorio de Bellota.

- No miedo, más bien es como asco; a las arañas.

- ¿Y por eso me llamaste?

- No, te llamé porque estaba aburrida, y además, trajiste papitas, eso te da puntos extras.

- ¿De besos?

- De amigo.

- Chuta, justo en la friendzone... - Puso su mano en su pecho, haciendo reír a la chica.

- La cosa es que no sabía que hacer.

- ¿Tu tarea era un opción?

- Nunca es una opción.

Butch soltó una risita y examinó de nuevo la habitación de la pelinegra, no era la primera vez que entraba, pero tampoco se había tomado el tiempo para analizarla.

- Entonces... - Comenzó a hablar Bellota, pero fue interrumpida por un ruidoso trueno, y le siguieron más... y más, hasta que empezó a llover fuertemente. - Changos... - Susurró viendo las gruesas gotas de agua estamparse brutalmente contra su ventana, pero le encantaba ese sonido, ¿Para qué negarlo?

Aunque lloviera, ambos jóvenes aprovecharon la tarde que les quedaba, jugando videojuegos, viendo unas cuantas películas, haciendo desastres en la cocina intentado cocinar su propia pizza, hasta que al final la pidieron a domicilio. Y ahora se encontraban en la cama de Bellota, terminando lo poco que sobraba de la pizza.

- Butch, creo que te tendrás que quedar a dormir, ya está anocheciendo y la lluvia no parece querer parar. - Habló la chica, lanzando la caja de pizza vacía hacia cualquier lado de la habitación.

- Tienes razón, los chicos nisiquiera están en casa, así que no les avisaré que no llegaré.

- ¿Brick y Boomer? ¿Dónde andan?

- En una cita cuádruple, y los desgraciados no me invitaron.

Bellota ahogó unas carcajadas ¿En serio renegava sobre eso? - Butch, tienes que llevar a una cita. - Aclaró lo aparentemente obvio.

- Pero yo quería arruinar el romance. Soy un chaperón de primera. - Le guiñó un ojo.

- Como digas, mejor miremos una película en lo que llegan mis hermanos.

Butch se acomodó para que Bellota pusiera su cabeza en su regazo, sin dejar de ver la televisión en la pared que proyectaba la película.

...

Iban a mitad de la película, a este punto Bellota ya se había dormido en los brazos de Butch y el sueño ya le estaba ganando al susodicho, pero aprovechaba ese momento para poder apreciar los finos rasgos de la pelinegra, es cierto que su cabello era corto, no le alcanzaba ni a los hombros y su vestimenta era holgada y callejera, pero su precioso rostro femenino la delataba.

El chico comenzó a pasar sus dedos por el delicado rostro de la pelinegra, comenzado por apartar un poco del flequillo que le había caído de más en la frente, seguido de sus pómulos, sus mejillas, hasta llegar a sus labios, donde se tomó su tiempo para delinearlos lentamente con la yema de sus dedos, aquellos labios que habían tomado una tonalidad más rojiza después de comer botanas picantes. Eran suaves, realmente muy suaves, tan suave y magnéticos que no se dio cuando había comenzado a acercarse inconscientemente. Se sentía atraído hacia ellos y no pensaba detenerse.

- ¿Qué haces, niño? - Preguntó la voz de Bellota, un poco ronca por el sueño, antes de que sus labios llegaran a tocarse.

- Iba a besarte, pero el destino no quiere que pase aparentemente.

- No digas eso, tal vez si pase. - Murmuró Bellota, todavía adormilada.

Y esa noche, mientras abrazaba la pequeña cintura de la pelinegra, Butch durmió completamente confiado de que lo lograría.

¡𝐃𝐞𝐣𝐚𝐦𝐞 𝐛𝐞𝐬𝐚𝐫𝐭𝐞! ➷ Bellota×ButchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora